𝐵𝑦𝑟𝑜𝑛.

El nombre le sabe a calma, y eso es le aterra.

Tres años huyendo, incluso de sí mismo.
Saltando de bar en bar. De motel en motel. De compañía en compañía.
Y ahora... ahora no ha querido huir.

Hoy no ha querido huir. Ayer tampoco. No desde hace tantos días... Que no puede contar sin que duela.

De allí nace el temor.

La aterra la idea que su corazón malherido lo este dejando ir. A él. El primero que le vio con ojos de amor y le tocó con manos de afecto. El primero que le dio una taza amarilla y un lugar al que llamar hogar.

El primero que le dolió de verdad.
El único al que supo amar.

Ivory siente culpa. Siente vergüenza. Siente que le traiciona. Pero también siente alivio. Y eso, ese miserable y bendito alivio, es un peso que le aplasta.
𝐵𝑦𝑟𝑜𝑛. El nombre le sabe a calma, y eso es le aterra. Tres años huyendo, incluso de sí mismo. Saltando de bar en bar. De motel en motel. De compañía en compañía. Y ahora... ahora no ha querido huir. Hoy no ha querido huir. Ayer tampoco. No desde hace tantos días... Que no puede contar sin que duela. De allí nace el temor. La aterra la idea que su corazón malherido lo este dejando ir. A él. El primero que le vio con ojos de amor y le tocó con manos de afecto. El primero que le dio una taza amarilla y un lugar al que llamar hogar. El primero que le dolió de verdad. El único al que supo amar. Ivory siente culpa. Siente vergüenza. Siente que le traiciona. Pero también siente alivio. Y eso, ese miserable y bendito alivio, es un peso que le aplasta.
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