Viernes, 2 de mayo, 2025.

He aprendido a desconfiar de casi todo en esta vida. De las promesas, de la paz, incluso del amor. Crecí rodeado de caos; de hombres que confundían poder con respeto y sexo con dominio. Y aunque juré no convertirme en ellos, llevo partes de ese veneno en mí. Me muevo entre luces y sombras, siempre intentando mantener el control, pero sabiendo que en el fondo, también estoy roto.

Mi sexualidad no es algo limpio, perfecto o simple. Nunca lo fue. A veces es ternura y deseo sincero, otras es una manera de silenciar los gritos que no me dejan dormir. Me conecto a través del cuerpo porque las palabras me fallan. En esos momentos, busco algo más que placer: busco un refugio, un instante donde todo lo demás desaparece. Me entrego con intensidad porque por dentro, todo lo siento amplificado, como si cada caricia fuera una batalla entre lo que soy y lo que intento no ser.

No me avergüenzo de lo que deseo, pero tampoco lo idealizo. El sexo, para mí, es un arma, un consuelo, un grito ahogado. Es el lugar donde me permito ser vulnerable sin pedir perdón. A veces, es donde más humano me siento. A veces, es donde más perdido estoy.
Viernes, 2 de mayo, 2025. He aprendido a desconfiar de casi todo en esta vida. De las promesas, de la paz, incluso del amor. Crecí rodeado de caos; de hombres que confundían poder con respeto y sexo con dominio. Y aunque juré no convertirme en ellos, llevo partes de ese veneno en mí. Me muevo entre luces y sombras, siempre intentando mantener el control, pero sabiendo que en el fondo, también estoy roto. Mi sexualidad no es algo limpio, perfecto o simple. Nunca lo fue. A veces es ternura y deseo sincero, otras es una manera de silenciar los gritos que no me dejan dormir. Me conecto a través del cuerpo porque las palabras me fallan. En esos momentos, busco algo más que placer: busco un refugio, un instante donde todo lo demás desaparece. Me entrego con intensidad porque por dentro, todo lo siento amplificado, como si cada caricia fuera una batalla entre lo que soy y lo que intento no ser. No me avergüenzo de lo que deseo, pero tampoco lo idealizo. El sexo, para mí, es un arma, un consuelo, un grito ahogado. Es el lugar donde me permito ser vulnerable sin pedir perdón. A veces, es donde más humano me siento. A veces, es donde más perdido estoy.
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