El filo descansaba aún en su regazo, tibio de tantas despedidas.
La noche no había terminado, pero algo en el aire —quizás el eco de un suspiro que no fue suyo— le hizo alzar la vista.
No era nostalgia. Tampoco redención.
Era… una brizna de algo que no solía permitirse. El alba, insolente, rozaba su mejilla. Y por un momento,
solo uno, la que daba el fin se sintió menos sombra. No del todo, claro.
Pero casi.
El filo descansaba aún en su regazo, tibio de tantas despedidas. La noche no había terminado, pero algo en el aire —quizás el eco de un suspiro que no fue suyo— le hizo alzar la vista. No era nostalgia. Tampoco redención. Era… una brizna de algo que no solía permitirse. El alba, insolente, rozaba su mejilla. Y por un momento, solo uno, la que daba el fin se sintió menos sombra. No del todo, claro. Pero casi.
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