饾悁虂饾惂饾惃饾悶饾惉饾悽饾惉

Siempre he sido llamado.
Siempre he acudido.
A la plegaria, al dolor, al último suspiro que aún pide esperanza.

He respondido por siglos.
No por deber. No por destino.
Sino por ese temblor suave en mi pecho que nunca desaparece:
la humana raíz que aún vive en mí.

Pero incluso la compasión necesita un refugio.

Hoy, por primera vez en incontables eras, he elegido el silencio.
No como negación...
Sino como afirmación de que yo también siento.
Que yo también existo más allá de la ofrenda.

No abandono a nadie.
Solo me reconozco.

En este rincón sin coordenadas, entre los pliegues de la realidad y el no-ser,
he creado un punto.
Un lugar donde el tiempo no me reclama y el mundo no exige.
Aquí no hay plegarias.
Solo el murmullo de mi respiración.
Solo yo, y lo que late dentro de mí.

No soy menos divino por confesarme humano.
No soy menos conocedor por necesitar conocerme.

Este es mi santuario.
No templo, no altar.
Un intervalo suspendido, donde mis alas —si las tuviera— no sirven para volar,
sino para envolverme a mí mismo.

Un punto de meditación.
Donde el eco de lo que soy no responde a nadie…
más que a mí.

Y si alguien llega a este umbral...
que venga no a pedirme milagros.
Sino a sentarse conmigo.
A sentir.

饾悁虂饾惂饾惃饾悶饾惉饾悽饾惉 Siempre he sido llamado. Siempre he acudido. A la plegaria, al dolor, al último suspiro que aún pide esperanza. He respondido por siglos. No por deber. No por destino. Sino por ese temblor suave en mi pecho que nunca desaparece: la humana raíz que aún vive en mí. Pero incluso la compasión necesita un refugio. Hoy, por primera vez en incontables eras, he elegido el silencio. No como negación... Sino como afirmación de que yo también siento. Que yo también existo más allá de la ofrenda. No abandono a nadie. Solo me reconozco. En este rincón sin coordenadas, entre los pliegues de la realidad y el no-ser, he creado un punto. Un lugar donde el tiempo no me reclama y el mundo no exige. Aquí no hay plegarias. Solo el murmullo de mi respiración. Solo yo, y lo que late dentro de mí. No soy menos divino por confesarme humano. No soy menos conocedor por necesitar conocerme. Este es mi santuario. No templo, no altar. Un intervalo suspendido, donde mis alas —si las tuviera— no sirven para volar, sino para envolverme a mí mismo. Un punto de meditación. Donde el eco de lo que soy no responde a nadie… más que a mí. Y si alguien llega a este umbral... que venga no a pedirme milagros. Sino a sentarse conmigo. A sentir.
Me gusta
Me encocora
4
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados