Desde su departamento del piso 12, con vista al caos nocturno de la ciudad, el Rey Vampiro encendió otro cigarro sobre la pila de latas vacías y botellas de vino barato—las fiestas seguían, cada noche, como rituales inútiles contra el eco frío de siglos sin amor.
Desde su departamento del piso 12, con vista al caos nocturno de la ciudad, el Rey Vampiro encendió otro cigarro sobre la pila de latas vacías y botellas de vino barato—las fiestas seguían, cada noche, como rituales inútiles contra el eco frío de siglos sin amor.
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