« Si te ofendió la mirada que te di, no me imagino lo que sentirías de saber todo lo que pensé de ti. »
Nikolay podía ser alguien poco expresivo con las palabras, todo a causa de su condición, pero ello no quitaba que su rostro fuese lo bastante honesto para demostrar lo que sentía. A veces no era consciente de que las personas podían leer su rostro o de que sus verdaderas emociones terminaban saliendo sin vacilación; siempre había sido malo para guardarse las cosas para él y quedarse todos los sentimientos en el fondo de un armario. Tarde o temprano, todo terminaba saliendo a la luz cuando la paciencia se le acababa con los estúpidos: Sus compañeros de clase, colegas del trabajo, personal de la agencia o del set, y ni hablar de ciertos miembros de su familia.
A veces era la definición perfecta de "si las miradas mataran", y a veces era simplemente una tristeza mirarlo. Pero, a decir verdad, ¿quién no estaría fastidiado de las mismas bromas absurdas de siempre sobre su mudez? Especialmente si esas venían de la persona que se decía su mejor amigo. Era su culpa, sin duda, era su culpa por haber elegido a un imbecil como mejor amigo solo por considerar que podían confiar plenamente uno en el otro. Hasta que se reía a sus espaldas diciendo que estaba harto de que nunca hablara, que lo detestaba por no decir una sola palabra y únicamente soltar algunos quejidos al intentar comunicarse. Sin duda, lo único que consideraba bueno de ser su amigo, era tener una excusa creíble para salir.
— ¿De verdad vas a molestarte por eso? Es una mierda, ya superala Niko. Ni que fuera la gran cosa, además, te apuesto que de todo, eso es lo más leve que puedes escuchar nunca. —Claude intentó excusarse de la manera más vaga, como si quisiera librarse de toda culpa y buscara convertirse en el mártir mientras la víctima se volvía victimario. Así siempre había funcionado, así siempre había sido. Y por eso es que Nikolay terminaba odiandolo.— Si quieres enojarte hazlo, pero no vengas llorando cuando necesites un amigo sincero.
Lev sintió que el estómago se le revolvió. No por dolor o lástima, si no por el coraje y la impotencia que sintió de que se pensara el último hombre de la tierra. El chico se mordió la lengua con fuerza mientras que se saboreaba las palabras que obligaba a callarse. Quería mandarlo a la mierda, decirle todas sus verdades y hacerle ver lo imbecil que había sido pero... No valía la pena. No era la persona indicada para revelar su secreto y hundirse, mucho menos para exponer su mentira de años sin llegar a sentirse chantajeado por él. Así que solo hizo lo que mejor sabía hacer y le enseñó el dedo medio para mandarlo al demonio.
« Pudrete, pedazo de basura. »
Nikolay podía ser alguien poco expresivo con las palabras, todo a causa de su condición, pero ello no quitaba que su rostro fuese lo bastante honesto para demostrar lo que sentía. A veces no era consciente de que las personas podían leer su rostro o de que sus verdaderas emociones terminaban saliendo sin vacilación; siempre había sido malo para guardarse las cosas para él y quedarse todos los sentimientos en el fondo de un armario. Tarde o temprano, todo terminaba saliendo a la luz cuando la paciencia se le acababa con los estúpidos: Sus compañeros de clase, colegas del trabajo, personal de la agencia o del set, y ni hablar de ciertos miembros de su familia.
A veces era la definición perfecta de "si las miradas mataran", y a veces era simplemente una tristeza mirarlo. Pero, a decir verdad, ¿quién no estaría fastidiado de las mismas bromas absurdas de siempre sobre su mudez? Especialmente si esas venían de la persona que se decía su mejor amigo. Era su culpa, sin duda, era su culpa por haber elegido a un imbecil como mejor amigo solo por considerar que podían confiar plenamente uno en el otro. Hasta que se reía a sus espaldas diciendo que estaba harto de que nunca hablara, que lo detestaba por no decir una sola palabra y únicamente soltar algunos quejidos al intentar comunicarse. Sin duda, lo único que consideraba bueno de ser su amigo, era tener una excusa creíble para salir.
— ¿De verdad vas a molestarte por eso? Es una mierda, ya superala Niko. Ni que fuera la gran cosa, además, te apuesto que de todo, eso es lo más leve que puedes escuchar nunca. —Claude intentó excusarse de la manera más vaga, como si quisiera librarse de toda culpa y buscara convertirse en el mártir mientras la víctima se volvía victimario. Así siempre había funcionado, así siempre había sido. Y por eso es que Nikolay terminaba odiandolo.— Si quieres enojarte hazlo, pero no vengas llorando cuando necesites un amigo sincero.
Lev sintió que el estómago se le revolvió. No por dolor o lástima, si no por el coraje y la impotencia que sintió de que se pensara el último hombre de la tierra. El chico se mordió la lengua con fuerza mientras que se saboreaba las palabras que obligaba a callarse. Quería mandarlo a la mierda, decirle todas sus verdades y hacerle ver lo imbecil que había sido pero... No valía la pena. No era la persona indicada para revelar su secreto y hundirse, mucho menos para exponer su mentira de años sin llegar a sentirse chantajeado por él. Así que solo hizo lo que mejor sabía hacer y le enseñó el dedo medio para mandarlo al demonio.
« Pudrete, pedazo de basura. »
« Si te ofendió la mirada que te di, no me imagino lo que sentirías de saber todo lo que pensé de ti. »
Nikolay podía ser alguien poco expresivo con las palabras, todo a causa de su condición, pero ello no quitaba que su rostro fuese lo bastante honesto para demostrar lo que sentía. A veces no era consciente de que las personas podían leer su rostro o de que sus verdaderas emociones terminaban saliendo sin vacilación; siempre había sido malo para guardarse las cosas para él y quedarse todos los sentimientos en el fondo de un armario. Tarde o temprano, todo terminaba saliendo a la luz cuando la paciencia se le acababa con los estúpidos: Sus compañeros de clase, colegas del trabajo, personal de la agencia o del set, y ni hablar de ciertos miembros de su familia.
A veces era la definición perfecta de "si las miradas mataran", y a veces era simplemente una tristeza mirarlo. Pero, a decir verdad, ¿quién no estaría fastidiado de las mismas bromas absurdas de siempre sobre su mudez? Especialmente si esas venían de la persona que se decía su mejor amigo. Era su culpa, sin duda, era su culpa por haber elegido a un imbecil como mejor amigo solo por considerar que podían confiar plenamente uno en el otro. Hasta que se reía a sus espaldas diciendo que estaba harto de que nunca hablara, que lo detestaba por no decir una sola palabra y únicamente soltar algunos quejidos al intentar comunicarse. Sin duda, lo único que consideraba bueno de ser su amigo, era tener una excusa creíble para salir.
— ¿De verdad vas a molestarte por eso? Es una mierda, ya superala Niko. Ni que fuera la gran cosa, además, te apuesto que de todo, eso es lo más leve que puedes escuchar nunca. —Claude intentó excusarse de la manera más vaga, como si quisiera librarse de toda culpa y buscara convertirse en el mártir mientras la víctima se volvía victimario. Así siempre había funcionado, así siempre había sido. Y por eso es que Nikolay terminaba odiandolo.— Si quieres enojarte hazlo, pero no vengas llorando cuando necesites un amigo sincero.
Lev sintió que el estómago se le revolvió. No por dolor o lástima, si no por el coraje y la impotencia que sintió de que se pensara el último hombre de la tierra. El chico se mordió la lengua con fuerza mientras que se saboreaba las palabras que obligaba a callarse. Quería mandarlo a la mierda, decirle todas sus verdades y hacerle ver lo imbecil que había sido pero... No valía la pena. No era la persona indicada para revelar su secreto y hundirse, mucho menos para exponer su mentira de años sin llegar a sentirse chantajeado por él. Así que solo hizo lo que mejor sabía hacer y le enseñó el dedo medio para mandarlo al demonio.
« Pudrete, pedazo de basura. »
