Miró hacia abajo, observando el movimiento de la calle. Coches que pasaban, oficinistas apresurados, puertas que se abrían y cerraban. Una sonrisa curvó sus labios mientras giraba ligeramente la cabeza hacia el casero.
—Me gusta, puedo verlo todo desde aquí. Los que se van, y los que vienen. Lo quiero —dijo, su voz suave pero inconfundiblemente decidida.
Miró hacia abajo, observando el movimiento de la calle. Coches que pasaban, oficinistas apresurados, puertas que se abrían y cerraban. Una sonrisa curvó sus labios mientras giraba ligeramente la cabeza hacia el casero. —Me gusta, puedo verlo todo desde aquí. Los que se van, y los que vienen. Lo quiero —dijo, su voz suave pero inconfundiblemente decidida.
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