La brisa de la tarde mecía suavemente las ramas del gran roble, sus hojas susurraban secretos olvidados. En lo alto, entre dos gruesas ramas, estaba Lyssandra, sentada con una pierna colgando al vacío y la otra recogida contra su pecho. Su cabello se agitaba como un manto plateado bajo la luz dorada del sol poniente.

Sus dedos jugueteaban distraídamente con una ramita mientras su mirada se perdía en el horizonte, donde el cielo se teñía de naranjas y violetas. Una expresión tranquila, casi melancólica, suavizaba sus rasgos. Desde allí arriba, el mundo parecía lejano, irrelevante. Solo el murmullo de las hojas y el canto lejano de los pájaros la acompañaban.

Cada tanto, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, como si recordara algo secreto, algo solo suyo. Era un momento de calma que Lyssandra rara vez se permitía, un respiro en medio de su tempestuosa existencia.

Y en ese instante, con el viento jugando entre las ramas y el cielo ardiendo en colores, parecía casi una parte del propio árbol: libre, salvaje y eterna.
La brisa de la tarde mecía suavemente las ramas del gran roble, sus hojas susurraban secretos olvidados. En lo alto, entre dos gruesas ramas, estaba Lyssandra, sentada con una pierna colgando al vacío y la otra recogida contra su pecho. Su cabello se agitaba como un manto plateado bajo la luz dorada del sol poniente. Sus dedos jugueteaban distraídamente con una ramita mientras su mirada se perdía en el horizonte, donde el cielo se teñía de naranjas y violetas. Una expresión tranquila, casi melancólica, suavizaba sus rasgos. Desde allí arriba, el mundo parecía lejano, irrelevante. Solo el murmullo de las hojas y el canto lejano de los pájaros la acompañaban. Cada tanto, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, como si recordara algo secreto, algo solo suyo. Era un momento de calma que Lyssandra rara vez se permitía, un respiro en medio de su tempestuosa existencia. Y en ese instante, con el viento jugando entre las ramas y el cielo ardiendo en colores, parecía casi una parte del propio árbol: libre, salvaje y eterna.
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