El Reino de los Sueños ya no brillaba como antes. Las torres oníricas se desmoronaban, los ríos de imaginación se secaban, y los portales a los mundos de los durmientes parpadeaban como velas a punto de extinguirse.

Morfeo, el eterno tejedor de sueños, yacía atrapado en su prisión, pálido, agotado. La maldición había envenenado el reino onírico.

Las mentes humanas eran invadidas por entes enviados por su padre, el insomnio era moneda común, y la fe en lo invisible se extinguía.

A estas alturas, recordó un fragmento que, Thanatos, le había ofrecido. ¿La muerte. Otra alternativa?. No podía llamarlo.

En su prisión no podía gobernar, solo esperaba su fin. 
El Reino de los Sueños ya no brillaba como antes. Las torres oníricas se desmoronaban, los ríos de imaginación se secaban, y los portales a los mundos de los durmientes parpadeaban como velas a punto de extinguirse. Morfeo, el eterno tejedor de sueños, yacía atrapado en su prisión, pálido, agotado. La maldición había envenenado el reino onírico. Las mentes humanas eran invadidas por entes enviados por su padre, el insomnio era moneda común, y la fe en lo invisible se extinguía. A estas alturas, recordó un fragmento que, Thanatos, le había ofrecido. ¿La muerte. Otra alternativa?. No podía llamarlo. En su prisión no podía gobernar, solo esperaba su fin. 
Me gusta
Me encocora
Me entristece
3
5 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados