A veces un tatuaje poseía la misma pesada carga que una corona, o en su caso, que una mascara.

No por que no desease la corona, o en su caso, el tatuaje, había aprendido a desearlo, había aprendido a portarlo con orgullo, había aprendido a hacerlo suyo y de nadie más, si no por la responsabilidad que era.

La perfecta estrella de ocho puntas que casi parecía indicarle a Nesta que todos los caminos convergían en uno, que todos los caminos ℎ𝑎𝑏𝜄́𝑎𝑛 convergido en uno solo, en una familia que no había pedido, en una pareja que no había deseado, y en un destino que no había aceptado.

Aún así había aprendido apreciar a una familia encontrada, una pareja y un destino.

Los labios de Nesta se entreabrieron dejando que una elegante copa de cristal con un licor rojo intenso se apoyara con cuidado en su anatomía, antes de dar un sorbo se tomó un tiempo para admirar los matices olfativos de aquel licor, era amaderado y afrutado, añejo y elegante, olía a 𝑏𝑎𝑡𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑡𝑒𝑎𝑑𝑎𝑠.

— ɢ𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠.
A veces un tatuaje poseía la misma pesada carga que una corona, o en su caso, que una mascara. No por que no desease la corona, o en su caso, el tatuaje, había aprendido a desearlo, había aprendido a portarlo con orgullo, había aprendido a hacerlo suyo y de nadie más, si no por la responsabilidad que era. La perfecta estrella de ocho puntas que casi parecía indicarle a Nesta que todos los caminos convergían en uno, que todos los caminos ℎ𝑎𝑏𝜄́𝑎𝑛 convergido en uno solo, en una familia que no había pedido, en una pareja que no había deseado, y en un destino que no había aceptado. Aún así había aprendido apreciar a una familia encontrada, una pareja y un destino. Los labios de Nesta se entreabrieron dejando que una elegante copa de cristal con un licor rojo intenso se apoyara con cuidado en su anatomía, antes de dar un sorbo se tomó un tiempo para admirar los matices olfativos de aquel licor, era amaderado y afrutado, añejo y elegante, olía a 𝑏𝑎𝑡𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑡𝑒𝑎𝑑𝑎𝑠. — ɢ𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠.
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