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>> Inicio del sueño.

En su sueño, se encontró niño otra vez, con rizos oscuros y ojos enormes que reflejaban constelaciones. Caminaba por un campo cubierto de amapolas azules, un lugar que solo existía en su memoria más antigua. Al fondo, bajo un cielo dorado, estaba ella, Pasítea, su madre, diosa de la relajación y la meditación.

Ella lo miró como si el tiempo nunca hubiera pasado. Su voz era un susurro de viento que acariciaba el alma:

—Has pasado milenios dando sueños, hijo. ¿Y los tuyos?

Morfeo corrió hacia ella, pero el campo se alargaba con cada paso. El cielo temblaba con recuerdos que no sabía que guardaba. Pasítea extendió la mano, y de ella brotaron luciérnagas que se transformaban en escenas: la primera vez que Morfeo dio forma a un sueño humano.

—Tú también necesitas que te sueñen —le dijo su madre.

— Eres creador, pero también hijo. Y los hijos sueñan con volver. —

Cuando Morfeo al fin llegó hasta ella, la abrazó y por un momento, el universo entero se durmió con ellos. Fue un instante eterno donde incluso el tiempo soñó que era solo un niño.

Fin del sueño <<
>> Inicio del sueño. En su sueño, se encontró niño otra vez, con rizos oscuros y ojos enormes que reflejaban constelaciones. Caminaba por un campo cubierto de amapolas azules, un lugar que solo existía en su memoria más antigua. Al fondo, bajo un cielo dorado, estaba ella, Pasítea, su madre, diosa de la relajación y la meditación. Ella lo miró como si el tiempo nunca hubiera pasado. Su voz era un susurro de viento que acariciaba el alma: —Has pasado milenios dando sueños, hijo. ¿Y los tuyos? Morfeo corrió hacia ella, pero el campo se alargaba con cada paso. El cielo temblaba con recuerdos que no sabía que guardaba. Pasítea extendió la mano, y de ella brotaron luciérnagas que se transformaban en escenas: la primera vez que Morfeo dio forma a un sueño humano. —Tú también necesitas que te sueñen —le dijo su madre. — Eres creador, pero también hijo. Y los hijos sueñan con volver. — Cuando Morfeo al fin llegó hasta ella, la abrazó y por un momento, el universo entero se durmió con ellos. Fue un instante eterno donde incluso el tiempo soñó que era solo un niño. Fin del sueño <<
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