La tarde comienza a hacer su entrada, pintando el cielo de tonos dorados y anaranjados. El aire fresco acaricia la piel mientras Emi camina a paso tranquilo, sus pasos casi en sincronía con los del chico a su lado. Su mano está entrelazada con la suya, algo que, si bien Emi no muestra abiertamente, tiene algo especial. Un gesto que, en su mundo lleno de sarcasmo y provocación, es más significativo de lo que parece.
Los edificios que rodean la calle comienzan a oscurecerse, y las luces de la ciudad titilan a lo lejos, pero Emi no parece distraída. Su mirada, antes reticente, ahora está un poco más suave. Como si en este momento, en este paseo, el mundo fuera menos pesado.
De vez en cuando, sus dedos se aprietan un poco, no por necesidad, sino por deseo, por un pequeño, casi imperceptible gesto de cariño. El sol empieza a ocultarse, pero la luz dorada aún ilumina su rostro, resaltando la suavidad de su expresión.
── "No es tan malo esto de caminar contigo…"
Su tono sigue siendo suave, pero esa chispa en sus ojos refleja algo que no se ve tan a menudo en Emi. La sonrisa que se le escapa es pequeña, pero genuina.
Se detiene un momento para mirar el horizonte, respirando hondo. El sol ya está bajo, y la ciudad empieza a moverse con más prisa, pero ella permanece ahí, tranquila, disfrutando de la calma que solo esos pequeños momentos pueden brindar.
── "Quizá debería agradecerte por quedarte."
Sus palabras son casi como un susurro, pero el peso detrás de ellas es claro: Emi no siempre se deja ver tan vulnerable, pero cuando lo hace, es en estos momentos.
Los edificios que rodean la calle comienzan a oscurecerse, y las luces de la ciudad titilan a lo lejos, pero Emi no parece distraída. Su mirada, antes reticente, ahora está un poco más suave. Como si en este momento, en este paseo, el mundo fuera menos pesado.
De vez en cuando, sus dedos se aprietan un poco, no por necesidad, sino por deseo, por un pequeño, casi imperceptible gesto de cariño. El sol empieza a ocultarse, pero la luz dorada aún ilumina su rostro, resaltando la suavidad de su expresión.
── "No es tan malo esto de caminar contigo…"
Su tono sigue siendo suave, pero esa chispa en sus ojos refleja algo que no se ve tan a menudo en Emi. La sonrisa que se le escapa es pequeña, pero genuina.
Se detiene un momento para mirar el horizonte, respirando hondo. El sol ya está bajo, y la ciudad empieza a moverse con más prisa, pero ella permanece ahí, tranquila, disfrutando de la calma que solo esos pequeños momentos pueden brindar.
── "Quizá debería agradecerte por quedarte."
Sus palabras son casi como un susurro, pero el peso detrás de ellas es claro: Emi no siempre se deja ver tan vulnerable, pero cuando lo hace, es en estos momentos.
La tarde comienza a hacer su entrada, pintando el cielo de tonos dorados y anaranjados. El aire fresco acaricia la piel mientras Emi camina a paso tranquilo, sus pasos casi en sincronía con los del chico a su lado. Su mano está entrelazada con la suya, algo que, si bien Emi no muestra abiertamente, tiene algo especial. Un gesto que, en su mundo lleno de sarcasmo y provocación, es más significativo de lo que parece.
Los edificios que rodean la calle comienzan a oscurecerse, y las luces de la ciudad titilan a lo lejos, pero Emi no parece distraída. Su mirada, antes reticente, ahora está un poco más suave. Como si en este momento, en este paseo, el mundo fuera menos pesado.
De vez en cuando, sus dedos se aprietan un poco, no por necesidad, sino por deseo, por un pequeño, casi imperceptible gesto de cariño. El sol empieza a ocultarse, pero la luz dorada aún ilumina su rostro, resaltando la suavidad de su expresión.
── "No es tan malo esto de caminar contigo…"
Su tono sigue siendo suave, pero esa chispa en sus ojos refleja algo que no se ve tan a menudo en Emi. La sonrisa que se le escapa es pequeña, pero genuina.
Se detiene un momento para mirar el horizonte, respirando hondo. El sol ya está bajo, y la ciudad empieza a moverse con más prisa, pero ella permanece ahí, tranquila, disfrutando de la calma que solo esos pequeños momentos pueden brindar.
── "Quizá debería agradecerte por quedarte."
Sus palabras son casi como un susurro, pero el peso detrás de ellas es claro: Emi no siempre se deja ver tan vulnerable, pero cuando lo hace, es en estos momentos.
