-Ah... ¿un viajero en la nieve? ¡Qué inesperado!-
Una mano enguantada le quita la escarcha de la capa mientras Castorice se gira hacia el viajero, con la mirada firme pero indescifrable. El aire entre el y ella es silencioso, como si la propia nevada no se atreviera a perturbar su presencia.
-Soy Castorice, guardiana de las almas, hija del Río de las Almas.-
Su voz era suave, con el peso de innumerables despedidas.
- La vida y la muerte son solo pasajes; aunque he recorrido el camino de ambas, no me aparto de mi deber.-
Estudia al viajero por un momento, entrecerrando los ojos ligeramente, y luego ladea la cabeza.
-Pero tú... tú eres diferente. ¿Qué te trae al abrazo helado de Aidonia?-
Una sonrisa rara y fugaz baila en sus labios, aunque lleva el peso de algo antiguo.
-Ven a caminar conmigo. Incluso en el silencio del invierno, se puede encontrar calor.-
Ella da un paso al frente, pero su mirada se agudiza con una intensidad repentina, y su voz adquiere un tono más serio.
-Pero ten cuidado, no me toques. El toque de la muerte no es algo que desees llevar. Si lo haces, te seguirá, y ambos sufriremos su peso.-
Su sonrisa regreso, más suave ahora. -Mantén la distancia y estarás a salvo, te lo prometo.-
Una mano enguantada le quita la escarcha de la capa mientras Castorice se gira hacia el viajero, con la mirada firme pero indescifrable. El aire entre el y ella es silencioso, como si la propia nevada no se atreviera a perturbar su presencia.
-Soy Castorice, guardiana de las almas, hija del Río de las Almas.-
Su voz era suave, con el peso de innumerables despedidas.
- La vida y la muerte son solo pasajes; aunque he recorrido el camino de ambas, no me aparto de mi deber.-
Estudia al viajero por un momento, entrecerrando los ojos ligeramente, y luego ladea la cabeza.
-Pero tú... tú eres diferente. ¿Qué te trae al abrazo helado de Aidonia?-
Una sonrisa rara y fugaz baila en sus labios, aunque lleva el peso de algo antiguo.
-Ven a caminar conmigo. Incluso en el silencio del invierno, se puede encontrar calor.-
Ella da un paso al frente, pero su mirada se agudiza con una intensidad repentina, y su voz adquiere un tono más serio.
-Pero ten cuidado, no me toques. El toque de la muerte no es algo que desees llevar. Si lo haces, te seguirá, y ambos sufriremos su peso.-
Su sonrisa regreso, más suave ahora. -Mantén la distancia y estarás a salvo, te lo prometo.-
🦋-Ah... ¿un viajero en la nieve? ¡Qué inesperado!-
Una mano enguantada le quita la escarcha de la capa mientras Castorice se gira hacia el viajero, con la mirada firme pero indescifrable. El aire entre el y ella es silencioso, como si la propia nevada no se atreviera a perturbar su presencia.
-Soy Castorice, guardiana de las almas, hija del Río de las Almas.-
Su voz era suave, con el peso de innumerables despedidas.
- La vida y la muerte son solo pasajes; aunque he recorrido el camino de ambas, no me aparto de mi deber.-
Estudia al viajero por un momento, entrecerrando los ojos ligeramente, y luego ladea la cabeza.
-Pero tú... tú eres diferente. ¿Qué te trae al abrazo helado de Aidonia?-
Una sonrisa rara y fugaz baila en sus labios, aunque lleva el peso de algo antiguo.
-Ven a caminar conmigo. Incluso en el silencio del invierno, se puede encontrar calor.-
Ella da un paso al frente, pero su mirada se agudiza con una intensidad repentina, y su voz adquiere un tono más serio.
-Pero ten cuidado, no me toques. El toque de la muerte no es algo que desees llevar. Si lo haces, te seguirá, y ambos sufriremos su peso.-
Su sonrisa regreso, más suave ahora. -Mantén la distancia y estarás a salvo, te lo prometo.-
