Las calles frías, llenas de ese bullicio que aveces detestaba, pero en noches como esa le gustaba el ruido que hacían las personas, los autos y el tren, con ello podía llenar el sonido que provenía de su interior, ese ruido que nos años se había incrementado. Era como si una bestia sedienta se paseara por una prisión buscando salir en cualquier instante, como si buscara cualquier debilidad para colarse por las fibras de su piel, pero no podía permitir que eso pasara, por eso había dejado Nueva Orleans, por eso no había bebido sangre directamente de humanos, porque podía sentirla reptar por cada pliegue de su piel, amenazando con tomar posesión. ¿Había sido su castigo por desear un cuerpo adulto? ¿Era el precio que debía pagar por la magia que usó para Inter su deseo? No había espacio para pensar en esas cosas, pero cada vez que estaba en una pelea incluso en un momento donde su vida dependía de pelear o morir, no podía hacer uso de las cualidades que poseía gracias a la sangre de la reina o todo se reducía a lo que acaba de ocurrir esa noche. El medicamento que se suministraba solo podía suprimirla por un tiempo, por eso este nuevo tratamiento debía ser más efectivo, puesto que lo estaba desarrollando desde que llegó de Nueva Orleans. No creyó que lo iba utilizar a penas hicieran el prototipo, pero esta vez había sido diferente de la anteriores, realmente la había tomado por sorpresa y casi pierde el control de su cuerpo, pero ahora tenía otras cosas más en la cabeza, los niños que debía llevar de ese lugar al orfanato que había fundado. Ella misma lo vea como una oportunidad para que los médicos y las brujas del bayou encontrarán una solución para la maldición que ella creía que tenía.

Su teléfono vibró, con un mensaje de sus asistentes, habían logrado sacar a los niños y según las especificaciones, ya estaba listo todo para llevarlos al Orfanato. Respiró con un poco de dificultad y después sonrió para sus adentros, envió ella una nueva orden, que preparan el avión para salir esa misma madrugada, tal vez ella no debía preocuparse por el sol pero esos niños no eran el mismo cuento. Después de dar las indicaciones, solo envió una dirección, el hangar de salida y la hora, él había dicho que quería ir con los niños al lugar en donde pasarían sus días hasta encontrar un buena familia.

Por un segundo se dio el lujo de pensar en sus ojos azules, en el aroma de su chaqueta, misma que se arrepintió de haber tirado al suelo, regañándose por un momento, aun así llevó la manga de su camisa hasta su nariz, si aún quedaba algo de ese sutil aroma que le había robado el aliento. Cuando el auto se detuvo frente al edificio donde se encontraba su departamento en Times Square, soltó un resoplido y bajó del auto, tenía que preparar las cosas para su partida y mientras entraba al edificio para subir por el elevador, no dejaba de pensar en que volvería a esa casa, tal vez debió irse a Francia con Lestat, tal vez si hubiera cruzado el atlántico no le sería tan fácil volver, pero también estaba el dilema por el cual no se fue, Claus, no iba a dejar a su gemelo solo, no podía, “Prefiero que me consuma”, ese fue su pensamiento desde que comenzó a tener esas pesadillas, desde que esa “mujer” había deseado utilizar su cuerpo como medio.

Eliminó las dudas llegando a su morada, su asistente ya había preparado una valija con lo esencial, por lo que solo la tomó, junto con un maletín médico, en él estaban los prototipos del medicamento y varias bolsas de sangre. Salió así como entró, para regresar al auto y partir al aeropuerto.
Las calles frías, llenas de ese bullicio que aveces detestaba, pero en noches como esa le gustaba el ruido que hacían las personas, los autos y el tren, con ello podía llenar el sonido que provenía de su interior, ese ruido que nos años se había incrementado. Era como si una bestia sedienta se paseara por una prisión buscando salir en cualquier instante, como si buscara cualquier debilidad para colarse por las fibras de su piel, pero no podía permitir que eso pasara, por eso había dejado Nueva Orleans, por eso no había bebido sangre directamente de humanos, porque podía sentirla reptar por cada pliegue de su piel, amenazando con tomar posesión. ¿Había sido su castigo por desear un cuerpo adulto? ¿Era el precio que debía pagar por la magia que usó para Inter su deseo? No había espacio para pensar en esas cosas, pero cada vez que estaba en una pelea incluso en un momento donde su vida dependía de pelear o morir, no podía hacer uso de las cualidades que poseía gracias a la sangre de la reina o todo se reducía a lo que acaba de ocurrir esa noche. El medicamento que se suministraba solo podía suprimirla por un tiempo, por eso este nuevo tratamiento debía ser más efectivo, puesto que lo estaba desarrollando desde que llegó de Nueva Orleans. No creyó que lo iba utilizar a penas hicieran el prototipo, pero esta vez había sido diferente de la anteriores, realmente la había tomado por sorpresa y casi pierde el control de su cuerpo, pero ahora tenía otras cosas más en la cabeza, los niños que debía llevar de ese lugar al orfanato que había fundado. Ella misma lo vea como una oportunidad para que los médicos y las brujas del bayou encontrarán una solución para la maldición que ella creía que tenía. Su teléfono vibró, con un mensaje de sus asistentes, habían logrado sacar a los niños y según las especificaciones, ya estaba listo todo para llevarlos al Orfanato. Respiró con un poco de dificultad y después sonrió para sus adentros, envió ella una nueva orden, que preparan el avión para salir esa misma madrugada, tal vez ella no debía preocuparse por el sol pero esos niños no eran el mismo cuento. Después de dar las indicaciones, solo envió una dirección, el hangar de salida y la hora, él había dicho que quería ir con los niños al lugar en donde pasarían sus días hasta encontrar un buena familia. Por un segundo se dio el lujo de pensar en sus ojos azules, en el aroma de su chaqueta, misma que se arrepintió de haber tirado al suelo, regañándose por un momento, aun así llevó la manga de su camisa hasta su nariz, si aún quedaba algo de ese sutil aroma que le había robado el aliento. Cuando el auto se detuvo frente al edificio donde se encontraba su departamento en Times Square, soltó un resoplido y bajó del auto, tenía que preparar las cosas para su partida y mientras entraba al edificio para subir por el elevador, no dejaba de pensar en que volvería a esa casa, tal vez debió irse a Francia con Lestat, tal vez si hubiera cruzado el atlántico no le sería tan fácil volver, pero también estaba el dilema por el cual no se fue, Claus, no iba a dejar a su gemelo solo, no podía, “Prefiero que me consuma”, ese fue su pensamiento desde que comenzó a tener esas pesadillas, desde que esa “mujer” había deseado utilizar su cuerpo como medio. Eliminó las dudas llegando a su morada, su asistente ya había preparado una valija con lo esencial, por lo que solo la tomó, junto con un maletín médico, en él estaban los prototipos del medicamento y varias bolsas de sangre. Salió así como entró, para regresar al auto y partir al aeropuerto.
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