>> Tentando al Olimpo.



Un día, como cualquier otro, fue convocado al Olimpo.

Zeus, con el ceño fruncido, le habló desde su trono de nubes tempestuosas:

—Los mortales han comenzado a soñar con cosas que no deberían conocer —dijo el rey de los dioses.


—Sueñan con el futuro, con la caída de imperios, con el fin de los dioses. ¿Es obra tuya, Morfeo?—

El dios de los sueños se mantuvo sereno. Sus ojos, profundos como la noche, reflejaban millones de visiones.

—No, padre de los cielos. Yo solo les entrego imágenes tejidas con sus propios deseos, miedos y memorias. Si sueñan con el fin… es porque lo presienten. . . —

>> Tentando al Olimpo. Un día, como cualquier otro, fue convocado al Olimpo. Zeus, con el ceño fruncido, le habló desde su trono de nubes tempestuosas: —Los mortales han comenzado a soñar con cosas que no deberían conocer —dijo el rey de los dioses. —Sueñan con el futuro, con la caída de imperios, con el fin de los dioses. ¿Es obra tuya, Morfeo?— El dios de los sueños se mantuvo sereno. Sus ojos, profundos como la noche, reflejaban millones de visiones. —No, padre de los cielos. Yo solo les entrego imágenes tejidas con sus propios deseos, miedos y memorias. Si sueñan con el fin… es porque lo presienten. . . —
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