El cielo estaba despejado, y el viento cálido acariciaba su rostro mientras la **nube voladora** se deslizaba suavemente entre las nubes.
Jimoto, ahora con una **nueva chaqueta marrón** que se ajustaba perfectamente a su figura, se mantenía erguido sobre la nube, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, como si respirara la paz que durante años se le había escapado.
Ya no llevaba el ceño fruncido ni la expresión de un guerrero endurecido por el combate. Ahora, su sonrisa era sincera, ligera, como la brisa que lo acompañaba.
Abriendo los ojos, observó el horizonte y rió con alegría.
★—¡Hace mucho que no me sentía tan... libre!
La nube giró suavemente, como si compartiera la emoción de su jinete.
★—¡Vamos, compañera! ¡A donde el viento nos lleve!
Y así, entre risas y cielos infinitos, Jimoto se perdió en el azul, no como un guerrero… sino como un alma feliz.
Jimoto, ahora con una **nueva chaqueta marrón** que se ajustaba perfectamente a su figura, se mantenía erguido sobre la nube, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, como si respirara la paz que durante años se le había escapado.
Ya no llevaba el ceño fruncido ni la expresión de un guerrero endurecido por el combate. Ahora, su sonrisa era sincera, ligera, como la brisa que lo acompañaba.
Abriendo los ojos, observó el horizonte y rió con alegría.
★—¡Hace mucho que no me sentía tan... libre!
La nube giró suavemente, como si compartiera la emoción de su jinete.
★—¡Vamos, compañera! ¡A donde el viento nos lleve!
Y así, entre risas y cielos infinitos, Jimoto se perdió en el azul, no como un guerrero… sino como un alma feliz.
El cielo estaba despejado, y el viento cálido acariciaba su rostro mientras la **nube voladora** se deslizaba suavemente entre las nubes.
Jimoto, ahora con una **nueva chaqueta marrón** que se ajustaba perfectamente a su figura, se mantenía erguido sobre la nube, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, como si respirara la paz que durante años se le había escapado.
Ya no llevaba el ceño fruncido ni la expresión de un guerrero endurecido por el combate. Ahora, su sonrisa era sincera, ligera, como la brisa que lo acompañaba.
Abriendo los ojos, observó el horizonte y rió con alegría.
★—¡Hace mucho que no me sentía tan... libre!
La nube giró suavemente, como si compartiera la emoción de su jinete.
★—¡Vamos, compañera! ¡A donde el viento nos lleve!
Y así, entre risas y cielos infinitos, Jimoto se perdió en el azul, no como un guerrero… sino como un alma feliz.

