Un día tranquilo
Afortunadamente llevaba dos meses sin recibir alguna llamada de sus superiores. Eso significaba que las cosas estaban estables, que podía vivir una vida "normal".
Se dispuso a preparar unas galletas, como su abuela siempre lo hacía todos los domingos. Era algo que le daba una paz interior incalculable.
- ¡Adelante! - Dijo mientras estaba concentrada en las galletas, luego de escuchar que alguien timbrara.
Al escuchar las pisadas reconoció que se trataba de alguno de sus vecinos.
- ¡Buen día! ¿Vino por los recibos? El cartero se ha vuelto a equivocar.- Suelta una risita tierna y escucha como aquella persona se acerca al sofá.
Mientras tanto, ella estaba enfocada, muy concentrada en lo más importante, adornar las galletas.
Sin embargo, le interrumpió el ruido de una puerta rechinar, lo cual la hizo voltear al instante. ¡Habia abierto su cuarto privado! Rápidamente corrió y cerró la puerta de un portazo.
- ¡Usted no debió de ver eso! - Levanta la voz, preocupada. Nadie en el barrio sabía su verdadera identidad, la de una soldado de élite.
Se dispuso a preparar unas galletas, como su abuela siempre lo hacía todos los domingos. Era algo que le daba una paz interior incalculable.
- ¡Adelante! - Dijo mientras estaba concentrada en las galletas, luego de escuchar que alguien timbrara.
Al escuchar las pisadas reconoció que se trataba de alguno de sus vecinos.
- ¡Buen día! ¿Vino por los recibos? El cartero se ha vuelto a equivocar.- Suelta una risita tierna y escucha como aquella persona se acerca al sofá.
Mientras tanto, ella estaba enfocada, muy concentrada en lo más importante, adornar las galletas.
Sin embargo, le interrumpió el ruido de una puerta rechinar, lo cual la hizo voltear al instante. ¡Habia abierto su cuarto privado! Rápidamente corrió y cerró la puerta de un portazo.
- ¡Usted no debió de ver eso! - Levanta la voz, preocupada. Nadie en el barrio sabía su verdadera identidad, la de una soldado de élite.
Afortunadamente llevaba dos meses sin recibir alguna llamada de sus superiores. Eso significaba que las cosas estaban estables, que podía vivir una vida "normal".
Se dispuso a preparar unas galletas, como su abuela siempre lo hacía todos los domingos. Era algo que le daba una paz interior incalculable.
- ¡Adelante! - Dijo mientras estaba concentrada en las galletas, luego de escuchar que alguien timbrara.
Al escuchar las pisadas reconoció que se trataba de alguno de sus vecinos.
- ¡Buen día! ¿Vino por los recibos? El cartero se ha vuelto a equivocar.- Suelta una risita tierna y escucha como aquella persona se acerca al sofá.
Mientras tanto, ella estaba enfocada, muy concentrada en lo más importante, adornar las galletas.
Sin embargo, le interrumpió el ruido de una puerta rechinar, lo cual la hizo voltear al instante. ¡Habia abierto su cuarto privado! Rápidamente corrió y cerró la puerta de un portazo.
- ¡Usted no debió de ver eso! - Levanta la voz, preocupada. Nadie en el barrio sabía su verdadera identidad, la de una soldado de élite.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible

