Fue una noche de luna creciente, lloraba a través del teléfono al descubrir las infidelidades de su marido. Se rompió en pedazos y su carrera fue en picada por tres lunas más.
Al cuarto mes, el divorcio. Y no fue una petición dulce de su parte, echó sus cosas a la calle y lo paró de puntitas con la mujer que él escogió.
Lo único que tenía eran sus dos pequeños: Alek, un pastor belga de edad avanzada y Lucas, un felino atigrado, ambos rescatados. Al quinto mes una noticia le partió el corazón, Alek tenía cáncer pulmonar y las quimioterapias no podían salvarlo. Con todo el amor y dolor en su corazón, Rebecca; fiel a sus creencias, lo dejo partir.
Fue en noches de luna que perdió partes de su corazón. Lloró desconsolada, su belleza era nada si el hombre que amo la reemplazo. Su amor era nada si no tenía la capacidad de salvar lo que más amaba.
Hoy, resulta más factible enmascarar la fragilidad con hostilidad.
Al cuarto mes, el divorcio. Y no fue una petición dulce de su parte, echó sus cosas a la calle y lo paró de puntitas con la mujer que él escogió.
Lo único que tenía eran sus dos pequeños: Alek, un pastor belga de edad avanzada y Lucas, un felino atigrado, ambos rescatados. Al quinto mes una noticia le partió el corazón, Alek tenía cáncer pulmonar y las quimioterapias no podían salvarlo. Con todo el amor y dolor en su corazón, Rebecca; fiel a sus creencias, lo dejo partir.
Fue en noches de luna que perdió partes de su corazón. Lloró desconsolada, su belleza era nada si el hombre que amo la reemplazo. Su amor era nada si no tenía la capacidad de salvar lo que más amaba.
Hoy, resulta más factible enmascarar la fragilidad con hostilidad.
Fue una noche de luna creciente, lloraba a través del teléfono al descubrir las infidelidades de su marido. Se rompió en pedazos y su carrera fue en picada por tres lunas más.
Al cuarto mes, el divorcio. Y no fue una petición dulce de su parte, echó sus cosas a la calle y lo paró de puntitas con la mujer que él escogió.
Lo único que tenía eran sus dos pequeños: Alek, un pastor belga de edad avanzada y Lucas, un felino atigrado, ambos rescatados. Al quinto mes una noticia le partió el corazón, Alek tenía cáncer pulmonar y las quimioterapias no podían salvarlo. Con todo el amor y dolor en su corazón, Rebecca; fiel a sus creencias, lo dejo partir.
Fue en noches de luna que perdió partes de su corazón. Lloró desconsolada, su belleza era nada si el hombre que amo la reemplazo. Su amor era nada si no tenía la capacidad de salvar lo que más amaba.
Hoy, resulta más factible enmascarar la fragilidad con hostilidad.

