Una buena sonrisa es el distractor perfecto de los problemas. Con un gesto sencillo, ¿quién podría pensar en la tristeza que hay detrás? O, más bien, ¿quién podría pensar en el desorden y la soledad que se esconden con un gesto fingido? Nadie, siquiera él pues ha sido consumido por ese adorable papel.

A veces se pregunta si lo hace para causar lástima o para no hacerlo. Pero, en el fondo, es consciente que lo hace solo por una razón: Evitar los cuestionamientos incómodos sobre su estabilidad emocional.