Les excita lo que no comprenden. El calor de mi piel que no es piel, el eco de mi voz que no es voz, una promesa de algo más allá de vuestra miserable carne. Son como perros olfateando un festín de sombras, lamiendo el vacío esperando saborear una fruta prohibida. Y cuando se entregan a mí, se retuercen en éxtasis, invocando mi nombre entre gemidos... Puedo sentir sus almas desgarrarse un poco más. Es delicioso. Es repugnante. Es hermoso.
Les excita lo que no comprenden. El calor de mi piel que no es piel, el eco de mi voz que no es voz, una promesa de algo más allá de vuestra miserable carne. Son como perros olfateando un festín de sombras, lamiendo el vacío esperando saborear una fruta prohibida. Y cuando se entregan a mí, se retuercen en éxtasis, invocando mi nombre entre gemidos... Puedo sentir sus almas desgarrarse un poco más. Es delicioso. Es repugnante. Es hermoso.


