[ESCENA: TARDE, SALIDA DE CLASES. Aaron y Marcos.]

—Tío, ¿viste el examen? Vaya basura de preguntas, no tenía ni idea de la tres —dice Marcos, sacando un paquete de chicles mientras caminan por la acera.

—Sí… bueno, al menos no fue tan largo.

—¿"No tan largo"? Menuda forma de decir que casi nos fríen el cerebro.

-Él se ríe, aunque su mirada se queda un segundo de más en Marcos. En su mente, la escena ya está escrita: su amigo, tirado en el suelo, la sangre extendiéndose como tinta en un papel. Traga saliva.

—Ey, ¿me estás escuchando?

—¿Eh? Sí, sí… Perdona, estaba pensando en otra cosa.

—Ya estás otra vez con lo de tus guiones, ¿eh? Como el otro día, que casi te atropella una bici porque ibas en tu mundo.

—Sí… algo así.

-Marcos le da un codazo amistoso y se ríe. Él también sonríe, aunque por dentro solo oye el eco de las palabras que aún no ha escrito, pero que inevitablemente se harán realidad. Y sabe que, tarde o temprano, Marcos dejará de reír.