Ella llega junto a él, con el ceño fruncido y los dumpling en ese cuenco extraño.
—Hikaru, dices que son dulces, pero...¿Como se supone que se comen? Nunca lo he probado, ¿Me enseñas? —preguntó con una timidez inigualable y torpe, tras sentarse a su lado en ese prado en el que el atardecer iba cediendo ya a la noche.
—Hikaru, dices que son dulces, pero...¿Como se supone que se comen? Nunca lo he probado, ¿Me enseñas? —preguntó con una timidez inigualable y torpe, tras sentarse a su lado en ese prado en el que el atardecer iba cediendo ya a la noche.
Ella llega junto a él, con el ceño fruncido y los dumpling en ese cuenco extraño.
—Hikaru, dices que son dulces, pero...¿Como se supone que se comen? Nunca lo he probado, ¿Me enseñas? —preguntó con una timidez inigualable y torpe, tras sentarse a su lado en ese prado en el que el atardecer iba cediendo ya a la noche.
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