« Un anhelo. Una esperanza. Un deseo. »

La vida es así. Efímera y también vacía, llena de promesas y anhelos que nunca se realizarán, esperanzas que morirán con el alba y sueños que se marchitarán antes de que la primavera decida llegar.

Las bengalas de la noche iluminan las calles, los niños corren atraídos por los colores y las luces que destacan entre los grupos de amigos o familia. Es otro año de fiesta, otro año donde la familia se vuelve a reunir para celebrar. Pero Nikolay, siempre, siente que algo le falta. Es Sasha. En silencio solo observa a sus hermanas, las gemelas, divirtiéndote con lo rápido que sus bengalas se consumen convirtiéndolo en una divertida competencias. Incluso Aleksandr, el mayor, está sonriendo. ¿Cómo es que el mundo avanza para unos y para otros se detiene? Una pregunta hilarante, que solo logra desaparecer de su mente en el momento que Irina le advierte que está a punto de quemarse los dedos.

Nikolay solo ríe, dejando caer el rezago de madera al suelo, luego lo aplasta y los hermanos se ríen, todos juntos, por lo distraído que es. De a poco, la risas se hacen más fuertes, el recuerdo de su infancia revive en su mente mientras los cinco veían los fuegos artificiales de fin de año. Entonces, la pregunta inminente llega a su mente: ¿Algún día superará la pérdida? La respuesta, también, llegó inmediata: No, nunca. Y a pesar de que lo pide fervientemente mientras la luz de la bengala se extingue, Nikolay no cree en los deseos.
« Un anhelo. Una esperanza. Un deseo. » La vida es así. Efímera y también vacía, llena de promesas y anhelos que nunca se realizarán, esperanzas que morirán con el alba y sueños que se marchitarán antes de que la primavera decida llegar. Las bengalas de la noche iluminan las calles, los niños corren atraídos por los colores y las luces que destacan entre los grupos de amigos o familia. Es otro año de fiesta, otro año donde la familia se vuelve a reunir para celebrar. Pero Nikolay, siempre, siente que algo le falta. Es Sasha. En silencio solo observa a sus hermanas, las gemelas, divirtiéndote con lo rápido que sus bengalas se consumen convirtiéndolo en una divertida competencias. Incluso Aleksandr, el mayor, está sonriendo. ¿Cómo es que el mundo avanza para unos y para otros se detiene? Una pregunta hilarante, que solo logra desaparecer de su mente en el momento que Irina le advierte que está a punto de quemarse los dedos. Nikolay solo ríe, dejando caer el rezago de madera al suelo, luego lo aplasta y los hermanos se ríen, todos juntos, por lo distraído que es. De a poco, la risas se hacen más fuertes, el recuerdo de su infancia revive en su mente mientras los cinco veían los fuegos artificiales de fin de año. Entonces, la pregunta inminente llega a su mente: ¿Algún día superará la pérdida? La respuesta, también, llegó inmediata: No, nunca. Y a pesar de que lo pide fervientemente mientras la luz de la bengala se extingue, Nikolay no cree en los deseos.
Me entristece
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