Takeru dejó caer los documentos sobre el escritorio con un suspiro pesado. Los miró por un segundo, luego simplemente los tomó y los lanzó al otro lado de la mesa, dejando que se desparramaran sin cuidado.

—Maldita sea, odio este papeleo… —murmuró, pasándose una mano por el rostro.

Se recargó en la silla, mirando el techo por un momento, como si eso fuera a hacer que los papeles desaparecieran por arte de magia. Pero ahí seguían, esperando que los revisara.

Entonces, después de un par de segundos en silencio, soltó una carcajada.

—Bueno, ¿de qué me quejo? —Se inclinó hacia adelante, recogiendo los documentos con una media sonrisa—. Al final, si quiero que las cosas salgan bien, mejor hacerlo yo mismo.

Sacudió la cabeza y empezó a revisar los papeles con una resignación divertida. A fin de cuentas, prefería estar al mando de su propio desastre.
Takeru dejó caer los documentos sobre el escritorio con un suspiro pesado. Los miró por un segundo, luego simplemente los tomó y los lanzó al otro lado de la mesa, dejando que se desparramaran sin cuidado. —Maldita sea, odio este papeleo… —murmuró, pasándose una mano por el rostro. Se recargó en la silla, mirando el techo por un momento, como si eso fuera a hacer que los papeles desaparecieran por arte de magia. Pero ahí seguían, esperando que los revisara. Entonces, después de un par de segundos en silencio, soltó una carcajada. —Bueno, ¿de qué me quejo? —Se inclinó hacia adelante, recogiendo los documentos con una media sonrisa—. Al final, si quiero que las cosas salgan bien, mejor hacerlo yo mismo. Sacudió la cabeza y empezó a revisar los papeles con una resignación divertida. A fin de cuentas, prefería estar al mando de su propio desastre.
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