—¿Más como yo? Oh, sí. Hay muchos.
—Algunos son como yo. Caminan por sus propias praderas, sus propios mares, sus propios laberintos. A veces ayudan, a veces solo observan.
—Otros… otros simplemente están. No les interesa nada, ni los perdidos, ni los caminos, ni el destino. Son como estatuas en el borde de la existencia, viendo el tiempo pasar sin hacer nada.
—Y luego están los que me *odian*.
—Porque yo hablo con los caídos. Porque los guío. Porque les doy respuestas en lugar de dejarlos olvidar.
—Para ellos, lo que hago es una interferencia, una ofensa.
—Algunos creen que los perdidos *deben* quedarse perdidos. Que es su castigo, su destino, o simplemente que es mejor así.
—Otros… otros simplemente no soportan que alguien como yo exista.
—Y bueno… no te voy a mentir. Me han intentado callar más de una vez.
—Pero sigo aquí.
—Y mientras tenga voz, seguiré ayudando a los que caen.
—Aunque a *ellos* no les guste.
—Algunos son como yo. Caminan por sus propias praderas, sus propios mares, sus propios laberintos. A veces ayudan, a veces solo observan.
—Otros… otros simplemente están. No les interesa nada, ni los perdidos, ni los caminos, ni el destino. Son como estatuas en el borde de la existencia, viendo el tiempo pasar sin hacer nada.
—Y luego están los que me *odian*.
—Porque yo hablo con los caídos. Porque los guío. Porque les doy respuestas en lugar de dejarlos olvidar.
—Para ellos, lo que hago es una interferencia, una ofensa.
—Algunos creen que los perdidos *deben* quedarse perdidos. Que es su castigo, su destino, o simplemente que es mejor así.
—Otros… otros simplemente no soportan que alguien como yo exista.
—Y bueno… no te voy a mentir. Me han intentado callar más de una vez.
—Pero sigo aquí.
—Y mientras tenga voz, seguiré ayudando a los que caen.
—Aunque a *ellos* no les guste.
—¿Más como yo? Oh, sí. Hay muchos.
—Algunos son como yo. Caminan por sus propias praderas, sus propios mares, sus propios laberintos. A veces ayudan, a veces solo observan.
—Otros… otros simplemente están. No les interesa nada, ni los perdidos, ni los caminos, ni el destino. Son como estatuas en el borde de la existencia, viendo el tiempo pasar sin hacer nada.
—Y luego están los que me *odian*.
—Porque yo hablo con los caídos. Porque los guío. Porque les doy respuestas en lugar de dejarlos olvidar.
—Para ellos, lo que hago es una interferencia, una ofensa.
—Algunos creen que los perdidos *deben* quedarse perdidos. Que es su castigo, su destino, o simplemente que es mejor así.
—Otros… otros simplemente no soportan que alguien como yo exista.
—Y bueno… no te voy a mentir. Me han intentado callar más de una vez.
—Pero sigo aquí.
—Y mientras tenga voz, seguiré ayudando a los que caen.
—Aunque a *ellos* no les guste.
