—No. No estás solo.

—Ni ahora, ni nunca.

—Algunos llegan aquí como tú, perdidos, sin saber cómo cayeron. Pero otros… otros ya estaban.

—Verás, no soy el único que observa. Hay cosas que también miran. Pero no todas quieren que encuentres tu camino de vuelta.

—Algunas prefieren que te quedes.

—Algunas se alimentan de quienes olvidan por qué llegaron aquí. De aquellos que se rinden y se dejan envolver en la niebla de este lugar.

—A veces susurran. Te ofrecen descanso. Te dicen que no hay nada más allá, que no hay razón para volver. Que es mejor olvidar y ser olvidado.

—Pero dime… si alguien te pide que te quedes sin moverte, sin pensar, sin sentir… ¿es porque quiere ayudarte o porque no quiere que te vayas?

—No las sigas. No escuches sus promesas de descanso.

—Porque si te quedas el tiempo suficiente, llegará un momento en que ni siquiera sabrás que alguna vez quisiste irte.

—Y cuando eso pase… yo ya no podré ayudarte.
—No. No estás solo. —Ni ahora, ni nunca. —Algunos llegan aquí como tú, perdidos, sin saber cómo cayeron. Pero otros… otros ya estaban. —Verás, no soy el único que observa. Hay cosas que también miran. Pero no todas quieren que encuentres tu camino de vuelta. —Algunas prefieren que te quedes. —Algunas se alimentan de quienes olvidan por qué llegaron aquí. De aquellos que se rinden y se dejan envolver en la niebla de este lugar. —A veces susurran. Te ofrecen descanso. Te dicen que no hay nada más allá, que no hay razón para volver. Que es mejor olvidar y ser olvidado. —Pero dime… si alguien te pide que te quedes sin moverte, sin pensar, sin sentir… ¿es porque quiere ayudarte o porque no quiere que te vayas? —No las sigas. No escuches sus promesas de descanso. —Porque si te quedas el tiempo suficiente, llegará un momento en que ni siquiera sabrás que alguna vez quisiste irte. —Y cuando eso pase… yo ya no podré ayudarte.
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