{ ROL PRIVADO para Cʟᴀᴜs Dᴇ Lɪᴏɴᴄᴏᴜʀᴛ }

Entre los callejones más oscuros de la ciudad, Elliot caminaba cauteloso, rodeado por la humedad y el hedor de la desolación. En un rincón sombrío, observó a un adolescente solitario, su ropa harapienta y su mirada vacía pero decidida. Algo en él no encajaba, como si hubiera visto demasiado, demasiado pronto.

A medida que se acercaba, un estremecimiento recorrió su columna. Los vagabundos y los parias observaban en silencio, como si una presencia invisible les hubiera ordenado no interferir. El aire estaba cargado, denso con secretos oscuros, y Elliot no pudo evitar sentir que algo terrible estaba por ser revelado.

El chico, con voz temblorosa pero llena de desesperación, le habló de un mal oculto en la ciudad, algo más allá de las miserias que él mismo veía. Niños secuestrados, inocentes, arrancados de sus familias, sometidos a experimentos horribles: virus inyectados en sus cuerpos, modificándolos, transformándolos en vampiros, ghouls, híbridos, criaturas al servicio de los ricos, que los mantenían en zoológicos privados, como piezas de caza o simples objetos de placer.

Era una trama oscura que los poderosos tejían en las sombras, mientras el resto del mundo permanecía ajeno, atrapado en su propia supervivencia. Elliot sintió que la gravedad de esas palabras lo aplastaba. La ciudad, su ciudad, no solo era un lugar de pobreza y desesperación; era un caldo de cultivo para horrores indescriptibles, algo mucho más profundo y antiguo que cualquier monstruo.

Con un nudo en el estómago, observó el edificio al que el chico había señalado: un lugar que parecía más una fortaleza que un edificio. En su interior se gestaban esas monstruosidades, y algo dentro de Elliot lo impulsó a entrar, a descubrir la verdad que se ocultaba en la oscuridad.
Pero al dar el primer paso, supo que ya no había vuelta atrás, tenía que contarle a Claus, debía pedirle ayuda y ver la forma de acabar con aquella pesadilla.
Enseguida sacó su celular para llamar a su novio, no quería moverse del sitio, tenía miedo que si se iba y regresaba después, ya todo estuviera diferente.
{ ROL PRIVADO para [clausdulac_2] } Entre los callejones más oscuros de la ciudad, Elliot caminaba cauteloso, rodeado por la humedad y el hedor de la desolación. En un rincón sombrío, observó a un adolescente solitario, su ropa harapienta y su mirada vacía pero decidida. Algo en él no encajaba, como si hubiera visto demasiado, demasiado pronto. A medida que se acercaba, un estremecimiento recorrió su columna. Los vagabundos y los parias observaban en silencio, como si una presencia invisible les hubiera ordenado no interferir. El aire estaba cargado, denso con secretos oscuros, y Elliot no pudo evitar sentir que algo terrible estaba por ser revelado. El chico, con voz temblorosa pero llena de desesperación, le habló de un mal oculto en la ciudad, algo más allá de las miserias que él mismo veía. Niños secuestrados, inocentes, arrancados de sus familias, sometidos a experimentos horribles: virus inyectados en sus cuerpos, modificándolos, transformándolos en vampiros, ghouls, híbridos, criaturas al servicio de los ricos, que los mantenían en zoológicos privados, como piezas de caza o simples objetos de placer. Era una trama oscura que los poderosos tejían en las sombras, mientras el resto del mundo permanecía ajeno, atrapado en su propia supervivencia. Elliot sintió que la gravedad de esas palabras lo aplastaba. La ciudad, su ciudad, no solo era un lugar de pobreza y desesperación; era un caldo de cultivo para horrores indescriptibles, algo mucho más profundo y antiguo que cualquier monstruo. Con un nudo en el estómago, observó el edificio al que el chico había señalado: un lugar que parecía más una fortaleza que un edificio. En su interior se gestaban esas monstruosidades, y algo dentro de Elliot lo impulsó a entrar, a descubrir la verdad que se ocultaba en la oscuridad. Pero al dar el primer paso, supo que ya no había vuelta atrás, tenía que contarle a Claus, debía pedirle ayuda y ver la forma de acabar con aquella pesadilla. Enseguida sacó su celular para llamar a su novio, no quería moverse del sitio, tenía miedo que si se iba y regresaba después, ya todo estuviera diferente.
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