Era ya entrada la tarde, el sol se había ocultado dejando paso a la calma de la noche, el sonido calmado del bosque rodeaba a Adriana quien para variar había salido a hurtadillas del palacio sin escolta, aun cuando su hermano lo había prohibido por su seguridad.

Dentro de la joven rubia siempre había vivido una extraña fuerza vital que la mantenía conectada a la naturaleza, no todos lo podían sentir, sin embargo su necesidad por estar rodeada de animales o plantas antes que de humanos o elfos eran la clara muestra del extraño poder de Adriana.

La joven camino por el sendero del bosque cercano al castillo, no se alejaría demasiado tampoco era temeraria, se atrevía a decir que era algo miedosa, con suavidad descalzo sus pies llegando al lugar que ella ansiaba encontrar. Un enorme sauce llorón que caía en una cortina de hojas al rededor de su tronco.

Aquel árbol era ancestral y un símbolo del reino pues había sobrevivido aun tras el ataque de los elfos oscuros al castillo años atrás e inexplicablemente Adriana siempre había sentido una extraña y fuerte conexión con aquel árbol, como si sus vidas estuvieran entretejidas.

Se adentro en aquel pequeño recinto de naturaleza, solo las hojas del árbol cayendo con suavidad siendo llevadas por el viento, camino por el suave césped hasta llegar al tronco del árbol donde se dejo caer suavemente cerrando los ojos para relajarse sin ser consiente que la inocente magia de la joven elfo de tierra atraería a las luciérnagas cercanas que revolotearon a s alrededor disfrutando de la pureza de la magia de la joven.

Era ya entrada la tarde, el sol se había ocultado dejando paso a la calma de la noche, el sonido calmado del bosque rodeaba a Adriana quien para variar había salido a hurtadillas del palacio sin escolta, aun cuando su hermano lo había prohibido por su seguridad. Dentro de la joven rubia siempre había vivido una extraña fuerza vital que la mantenía conectada a la naturaleza, no todos lo podían sentir, sin embargo su necesidad por estar rodeada de animales o plantas antes que de humanos o elfos eran la clara muestra del extraño poder de Adriana. La joven camino por el sendero del bosque cercano al castillo, no se alejaría demasiado tampoco era temeraria, se atrevía a decir que era algo miedosa, con suavidad descalzo sus pies llegando al lugar que ella ansiaba encontrar. Un enorme sauce llorón que caía en una cortina de hojas al rededor de su tronco. Aquel árbol era ancestral y un símbolo del reino pues había sobrevivido aun tras el ataque de los elfos oscuros al castillo años atrás e inexplicablemente Adriana siempre había sentido una extraña y fuerte conexión con aquel árbol, como si sus vidas estuvieran entretejidas. Se adentro en aquel pequeño recinto de naturaleza, solo las hojas del árbol cayendo con suavidad siendo llevadas por el viento, camino por el suave césped hasta llegar al tronco del árbol donde se dejo caer suavemente cerrando los ojos para relajarse sin ser consiente que la inocente magia de la joven elfo de tierra atraería a las luciérnagas cercanas que revolotearon a s alrededor disfrutando de la pureza de la magia de la joven.
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