Finalmente abre los ojos. Sus manos se veían manchadas en un carmesí imborrable. Las imágenes quedaron marcadas en su cabeza, una masacre total, pero, a pesar de estar manchada de su propia sangre y la de su hermano menor, la rabia la dominaba, jurando venganza eterna contra los malnacidos que atacaron su pueblo.

—Sentirán el dolor de un alma en pena, desgraciados...
Finalmente abre los ojos. Sus manos se veían manchadas en un carmesí imborrable. Las imágenes quedaron marcadas en su cabeza, una masacre total, pero, a pesar de estar manchada de su propia sangre y la de su hermano menor, la rabia la dominaba, jurando venganza eterna contra los malnacidos que atacaron su pueblo. —Sentirán el dolor de un alma en pena, desgraciados...
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