La cocina estaba en su punto más caótico, pero a mí solo me importaba una cosa: el pastel. La mezcla perfecta de crema suave, fresas frescas y una decoración que evocara la elegancia de una época pasada.
La música barroca sonaba de fondo, llenando el aire con la sofisticación de un salón de la era rococó. Cada movimiento mío seguía el ritmo de las melodías, desde el batido de la crema hasta el delicado acomodo de las fresas en la parte superior.
—Un poco más de glasé aquí… y tal vez unos detalles con manga pastelera... —murmuré con concentración, asegurándome de que todo quedara tan refinado como un postre digno de la nobleza.
Cuando finalmente terminé, di un paso atrás para admirar mi obra: un pastel de crema y fresas. Casi me daba pena cortarlo… pero no lo había hecho solo para admirarlo.
Tomo un cuchillo y corto la primera rebanada, dejando que el aroma dulce invada mis sentidos antes de dar el primer bocado. Sí, valió cada minuto.
La música barroca sonaba de fondo, llenando el aire con la sofisticación de un salón de la era rococó. Cada movimiento mío seguía el ritmo de las melodías, desde el batido de la crema hasta el delicado acomodo de las fresas en la parte superior.
—Un poco más de glasé aquí… y tal vez unos detalles con manga pastelera... —murmuré con concentración, asegurándome de que todo quedara tan refinado como un postre digno de la nobleza.
Cuando finalmente terminé, di un paso atrás para admirar mi obra: un pastel de crema y fresas. Casi me daba pena cortarlo… pero no lo había hecho solo para admirarlo.
Tomo un cuchillo y corto la primera rebanada, dejando que el aroma dulce invada mis sentidos antes de dar el primer bocado. Sí, valió cada minuto.
La cocina estaba en su punto más caótico, pero a mí solo me importaba una cosa: el pastel. La mezcla perfecta de crema suave, fresas frescas y una decoración que evocara la elegancia de una época pasada.
La música barroca sonaba de fondo, llenando el aire con la sofisticación de un salón de la era rococó. Cada movimiento mío seguía el ritmo de las melodías, desde el batido de la crema hasta el delicado acomodo de las fresas en la parte superior.
—Un poco más de glasé aquí… y tal vez unos detalles con manga pastelera... —murmuré con concentración, asegurándome de que todo quedara tan refinado como un postre digno de la nobleza.
Cuando finalmente terminé, di un paso atrás para admirar mi obra: un pastel de crema y fresas. Casi me daba pena cortarlo… pero no lo había hecho solo para admirarlo.
Tomo un cuchillo y corto la primera rebanada, dejando que el aroma dulce invada mis sentidos antes de dar el primer bocado. Sí, valió cada minuto.

