En la vasta y luminosa sala del templo celestial, las luces titilan como estrellas atrapadas en un manto de terciopelo oscuro.

Yris, la nephilim más carismática, hermosa y traviesa de todos los cielos, ¿ya dije hermosa?. Bueno... Yris está sentada en un gran trono que parece hecho de nubes y rayos. Su mirada traviesa refleja una mezcla de emoción y anticipación, mientras juega con una esfera luminosa entre sus dedos.

— ¿Sabes qué? —dice Yris en voz baja, como si compartiera un secreto con el universo entero—. La fiesta que voy a organizar será épica. No habrá nada como ésto, ni en los cielos ni en la tierra.

De repente, sus ojos brillan con una luz intensa y, sin previo aviso, la sala se transforma. El suelo comienza a cubrirse de hielo reluciente, mientras extrañas criaturas de las sombras y las luces bailan alrededor. Una cadena de montañas flotantes aparece en el horizonte, conectadas por puentes invisibles. El aire se llena de un aroma tentador, mezcla de manzanas doradas y rayos crepitantes.

— ¡Todo será peligroso! —exclama con un brillo en los ojos—. ¡Pero divertido!

Imagina una carrera en gravedad cero entre las montañas flotantes, con trampas de fuego celestial y criaturas de tormenta dispuestas a todo por una oportunidad para asustar, un río de lava que se convertirá en pista de patinaje, pero solo los valientes podrán navegarlo.

Y para los más atrevidos... ¡un combate de magia en la arena con criaturas invocadas por mí misma!

Su risa resuena en el aire, causando que las nubes se disuelvan en una lluvia de destellos dorados.

" ¿Quién se atreve a ser parte de la mayor fiesta de todos los tiempos? ¡Nadie saldrá sin una historia que contar!"