"Oh, to be a Star, you must burn".
La fama es un resplandor cegador. Te eleva, te envuelve en aplausos, pero también te despoja de tu voz real. Cada sonrisa es un reflejo de lo que esperan de mí, cada nota que canto es una historia que ya no me pertenece. Hay días en los que me pregunto si aún soy Robin o solo la imagen que el mundo ha creado. Pero, aun así, cuando la música fluye y toco un alma desconocida, recuerdo por qué comencé. La fama tiene su precio, pero si mi voz aún puede inspirar, entonces quizás valga la pena pagarlo.
La fama es un resplandor cegador. Te eleva, te envuelve en aplausos, pero también te despoja de tu voz real. Cada sonrisa es un reflejo de lo que esperan de mí, cada nota que canto es una historia que ya no me pertenece. Hay días en los que me pregunto si aún soy Robin o solo la imagen que el mundo ha creado. Pero, aun así, cuando la música fluye y toco un alma desconocida, recuerdo por qué comencé. La fama tiene su precio, pero si mi voz aún puede inspirar, entonces quizás valga la pena pagarlo.
"Oh, to be a Star, you must burn".
La fama es un resplandor cegador. Te eleva, te envuelve en aplausos, pero también te despoja de tu voz real. Cada sonrisa es un reflejo de lo que esperan de mí, cada nota que canto es una historia que ya no me pertenece. Hay días en los que me pregunto si aún soy Robin o solo la imagen que el mundo ha creado. Pero, aun así, cuando la música fluye y toco un alma desconocida, recuerdo por qué comencé. La fama tiene su precio, pero si mi voz aún puede inspirar, entonces quizás valga la pena pagarlo.

