El musgo se siente frío y húmedo bajo mis pies descalzos. La brisa está cargada con el aroma de los pinos y tierra mojada. Cuando cierro los ojos, la sinfonía del bosque me envuelve: el susurro de las hojas, el canto de un pájaro, el murmullo de un arroyo cercano. Este lugar...se ha convertido en mi refugio.

Extraño el Olimpo, por supuesto. La majestuosidad de los palacios, el brillo, la compañía de mis hermanos y hermanas. Pero aquí, en la soledad de este bosque, encuentro una paz que nunca conocí entre las nubes. La naturaleza salvaje me recuerda mi propia esencia: indómita, libre, eterna.
El musgo se siente frío y húmedo bajo mis pies descalzos. La brisa está cargada con el aroma de los pinos y tierra mojada. Cuando cierro los ojos, la sinfonía del bosque me envuelve: el susurro de las hojas, el canto de un pájaro, el murmullo de un arroyo cercano. Este lugar...se ha convertido en mi refugio. Extraño el Olimpo, por supuesto. La majestuosidad de los palacios, el brillo, la compañía de mis hermanos y hermanas. Pero aquí, en la soledad de este bosque, encuentro una paz que nunca conocí entre las nubes. La naturaleza salvaje me recuerda mi propia esencia: indómita, libre, eterna.
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