Había una sensación que le era difícil explicar a Tessa. Sabía que le habían asegurado que tenía un hogar junto con toda aquella gente que la salvó. Era consciente de que le habían abierto las puertas de su casa, pero seguía sintiéndose a veces como una intrusa.

Era una sensación irracional, aunque tal vez fuese a raíz de su propia naturaleza, ser desconfiada. Y sabía que en aquellos momentos, no era muy buena compañía.
Había intentado leer sin éxito, algo inusual en ella. Siempre encontraba placer en la compañía de las palabras. Pero su mente no se concentraba. Sus ojos vagaban por las palabras como si fuesen cosas sin sentido que no pudiese llegar a comprender. Era por eso que había decidido salir a caballo.

No era una actividad que tal vez se viese a menudo, pero era de las pocas que la ayudaba últimamente en momentos de debilidad como en el que se encontraba.
Una vez alejada del ruido de la ciudad, ralentizó el paso del animal, caminando mientras observaba la naturaleza que la rodeaba.