Songster
Robin nunca pensó que la soledad pudiera ser tan silenciosa. Antes, cada paso que daba resonaba con un eco vacío en los pasillos de la compañía, en los camerinos fríos, en los escenarios iluminados pero distantes. Su voz llenaba teatros, sus canciones emocionaban a multitudes, pero en cuanto la música se apagaba, quedaba solo el vacío.
Entonces llegó él.
Songster no tenía la calidez de un amigo de toda la vida, ni la efusividad de un fan entregado. Era un guardaespaldas, alguien contratado para protegerla, alguien que al principio parecía solo otra sombra más en su vida de celebridad. Pero con el tiempo, Robin comprendió que él no era una sombra; era un faro.
No hablaba mucho, pero estaba ahí. Cuando las luces del escenario se apagaban, cuando los aplausos se extinguían y ella se encontraba en la penumbra del camerino, él estaba ahí. Un recordatorio de que no estaba sola.
Al principio, fue la simple compañía lo que la confortó. Luego, fueron los pequeños gestos: el modo en que le alcanzaba un vaso de agua antes de que ella lo pidiera, cómo se aseguraba de que tuviera su chaqueta en los días fríos, la manera en que siempre permanecía cerca, pero nunca invadiendo su espacio.
Y poco a poco, Robin se dio cuenta de algo. Ya no le pesaban tanto las expectativas, ya no sentía que se ahogaba entre los rostros desconocidos del público. Con Songster cerca, su vida había cambiado sin que ella lo notara del todo.
Robin nunca pensó que la soledad pudiera ser tan silenciosa. Antes, cada paso que daba resonaba con un eco vacío en los pasillos de la compañía, en los camerinos fríos, en los escenarios iluminados pero distantes. Su voz llenaba teatros, sus canciones emocionaban a multitudes, pero en cuanto la música se apagaba, quedaba solo el vacío.
Entonces llegó él.
Songster no tenía la calidez de un amigo de toda la vida, ni la efusividad de un fan entregado. Era un guardaespaldas, alguien contratado para protegerla, alguien que al principio parecía solo otra sombra más en su vida de celebridad. Pero con el tiempo, Robin comprendió que él no era una sombra; era un faro.
No hablaba mucho, pero estaba ahí. Cuando las luces del escenario se apagaban, cuando los aplausos se extinguían y ella se encontraba en la penumbra del camerino, él estaba ahí. Un recordatorio de que no estaba sola.
Al principio, fue la simple compañía lo que la confortó. Luego, fueron los pequeños gestos: el modo en que le alcanzaba un vaso de agua antes de que ella lo pidiera, cómo se aseguraba de que tuviera su chaqueta en los días fríos, la manera en que siempre permanecía cerca, pero nunca invadiendo su espacio.
Y poco a poco, Robin se dio cuenta de algo. Ya no le pesaban tanto las expectativas, ya no sentía que se ahogaba entre los rostros desconocidos del público. Con Songster cerca, su vida había cambiado sin que ella lo notara del todo.
[Tagirion]
Robin nunca pensó que la soledad pudiera ser tan silenciosa. Antes, cada paso que daba resonaba con un eco vacío en los pasillos de la compañía, en los camerinos fríos, en los escenarios iluminados pero distantes. Su voz llenaba teatros, sus canciones emocionaban a multitudes, pero en cuanto la música se apagaba, quedaba solo el vacío.
Entonces llegó él.
Songster no tenía la calidez de un amigo de toda la vida, ni la efusividad de un fan entregado. Era un guardaespaldas, alguien contratado para protegerla, alguien que al principio parecía solo otra sombra más en su vida de celebridad. Pero con el tiempo, Robin comprendió que él no era una sombra; era un faro.
No hablaba mucho, pero estaba ahí. Cuando las luces del escenario se apagaban, cuando los aplausos se extinguían y ella se encontraba en la penumbra del camerino, él estaba ahí. Un recordatorio de que no estaba sola.
Al principio, fue la simple compañía lo que la confortó. Luego, fueron los pequeños gestos: el modo en que le alcanzaba un vaso de agua antes de que ella lo pidiera, cómo se aseguraba de que tuviera su chaqueta en los días fríos, la manera en que siempre permanecía cerca, pero nunca invadiendo su espacio.
Y poco a poco, Robin se dio cuenta de algo. Ya no le pesaban tanto las expectativas, ya no sentía que se ahogaba entre los rostros desconocidos del público. Con Songster cerca, su vida había cambiado sin que ella lo notara del todo.
