Jimoto surcaba los cielos con velocidad, su aura ardía como una llama viva a su alrededor mientras avanzaba sin descanso hacia el templo celestial. Las nubes se apartaban a su paso y la brisa fría golpeaba su rostro, pero nada de eso importaba. Había sentido aquella energía desde hace tiempo, una presencia nueva en el lugar que alguna vez perteneció al viejo Kamisama.
Cuando aterrizó en la plataforma flotante del templo, sus botas resonaron contra el suelo de mármol. Frente a él, con la túnica blanca ondeando levemente por el viento de las alturas, estaba el hombre que ahora ocupaba el puesto de guardián de la Tierra. Era alto, de complexión delgada pero firme, con una larga melena blanca que descendía hasta su espalda y ojos dorados que parecían ver más allá de la simple realidad.
—Sabía que vendrías, Jimoto —dijo con una voz tranquila, sin necesidad de elevarla.
Jimoto entrecerró los ojos. —Tú… no eres un namekiano. ¿Qué hiciste con el Kamisama anterior?
El hombre esbozó una leve sonrisa y cruzó los brazos detrás de su espalda. —El antiguo Kamisama eligió partir. Se dio cuenta de que su tiempo aquí había terminado y decidió regresar con los suyos. Antes de irse, necesitaba alguien que protegiera este mundo… y así fui elegido.
Jimoto apretó los puños, su energía vibró un instante antes de calmarse. —¿Y qué te hace digno de ese título?
—No es cuestión de dignidad —respondió el nuevo Kamisama con serenidad—. Es cuestión de propósito. Yo no soy un dios ni un namekiano, pero tengo el poder y el conocimiento para guiar a quienes buscan alcanzar su verdadero potencial.
Jimoto sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía si era por la autoridad en su voz o por la calma absoluta que irradiaba su presencia.
—¿Eso significa que…?
—Sí —asintió Kamisama—. Puedo mostrarte el camino hacia tu máximo poder. Pero solo si estás dispuesto a enfrentarte a lo que realmente eres.
El viento volvió a soplar con fuerza, como si el cielo mismo anticipara la respuesta de Jimoto.
//Nota: si ya se que ése no es un personaje de Dragón Ball pero me gustó su diseño//
Cuando aterrizó en la plataforma flotante del templo, sus botas resonaron contra el suelo de mármol. Frente a él, con la túnica blanca ondeando levemente por el viento de las alturas, estaba el hombre que ahora ocupaba el puesto de guardián de la Tierra. Era alto, de complexión delgada pero firme, con una larga melena blanca que descendía hasta su espalda y ojos dorados que parecían ver más allá de la simple realidad.
—Sabía que vendrías, Jimoto —dijo con una voz tranquila, sin necesidad de elevarla.
Jimoto entrecerró los ojos. —Tú… no eres un namekiano. ¿Qué hiciste con el Kamisama anterior?
El hombre esbozó una leve sonrisa y cruzó los brazos detrás de su espalda. —El antiguo Kamisama eligió partir. Se dio cuenta de que su tiempo aquí había terminado y decidió regresar con los suyos. Antes de irse, necesitaba alguien que protegiera este mundo… y así fui elegido.
Jimoto apretó los puños, su energía vibró un instante antes de calmarse. —¿Y qué te hace digno de ese título?
—No es cuestión de dignidad —respondió el nuevo Kamisama con serenidad—. Es cuestión de propósito. Yo no soy un dios ni un namekiano, pero tengo el poder y el conocimiento para guiar a quienes buscan alcanzar su verdadero potencial.
Jimoto sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía si era por la autoridad en su voz o por la calma absoluta que irradiaba su presencia.
—¿Eso significa que…?
—Sí —asintió Kamisama—. Puedo mostrarte el camino hacia tu máximo poder. Pero solo si estás dispuesto a enfrentarte a lo que realmente eres.
El viento volvió a soplar con fuerza, como si el cielo mismo anticipara la respuesta de Jimoto.
//Nota: si ya se que ése no es un personaje de Dragón Ball pero me gustó su diseño//
Jimoto surcaba los cielos con velocidad, su aura ardía como una llama viva a su alrededor mientras avanzaba sin descanso hacia el templo celestial. Las nubes se apartaban a su paso y la brisa fría golpeaba su rostro, pero nada de eso importaba. Había sentido aquella energía desde hace tiempo, una presencia nueva en el lugar que alguna vez perteneció al viejo Kamisama.
Cuando aterrizó en la plataforma flotante del templo, sus botas resonaron contra el suelo de mármol. Frente a él, con la túnica blanca ondeando levemente por el viento de las alturas, estaba el hombre que ahora ocupaba el puesto de guardián de la Tierra. Era alto, de complexión delgada pero firme, con una larga melena blanca que descendía hasta su espalda y ojos dorados que parecían ver más allá de la simple realidad.
—Sabía que vendrías, Jimoto —dijo con una voz tranquila, sin necesidad de elevarla.
Jimoto entrecerró los ojos. —Tú… no eres un namekiano. ¿Qué hiciste con el Kamisama anterior?
El hombre esbozó una leve sonrisa y cruzó los brazos detrás de su espalda. —El antiguo Kamisama eligió partir. Se dio cuenta de que su tiempo aquí había terminado y decidió regresar con los suyos. Antes de irse, necesitaba alguien que protegiera este mundo… y así fui elegido.
Jimoto apretó los puños, su energía vibró un instante antes de calmarse. —¿Y qué te hace digno de ese título?
—No es cuestión de dignidad —respondió el nuevo Kamisama con serenidad—. Es cuestión de propósito. Yo no soy un dios ni un namekiano, pero tengo el poder y el conocimiento para guiar a quienes buscan alcanzar su verdadero potencial.
Jimoto sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía si era por la autoridad en su voz o por la calma absoluta que irradiaba su presencia.
—¿Eso significa que…?
—Sí —asintió Kamisama—. Puedo mostrarte el camino hacia tu máximo poder. Pero solo si estás dispuesto a enfrentarte a lo que realmente eres.
El viento volvió a soplar con fuerza, como si el cielo mismo anticipara la respuesta de Jimoto.
//Nota: si ya se que ése no es un personaje de Dragón Ball pero me gustó su diseño//
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