Los años ya se marcaban en su rostro, acababa de dejar los 30´s , nunca fue de los que vivían la vida loca, ni mucho menos mujeriego, fue centrado en los estudios, en el trabajo y en sus negocios, ahora ya retirado. 

El viaje a las islas caribeñas fue la mejor idea del mundo, ahí nadie lo conocía, ni preguntarían su estadía como en Europa, pasaría de largo como un turista más, solo disfrutar del mar, la playa y de las noches serenas que merecía. 

Bajo una sombrilla reposaba en las típicas camillas de plástico, con gafas, bermudas y una camisa de flores llamativas, no había chica que le llamara la atención aquel físico corpulento y bien formado, cosa que para él pasó desapercibido.

— Esto sí es vida.- Dijo al llevar la piña colada a sus labios y dar un pequeño sorbo con suma educación. — Creo que no me hará daño un par más.—Comentó al darse cuenta de que se había terminado, buscó por todos lados a uno de esos meseros que se encargan de llevar los pedidos a las estadías.