[El Rey Demonio Luka se sienta en su trono, la capucha de su manto roto apenas cubre su cabello blanco, manchado de sangre seca. Sus ojos rojos, antaño llenos de furia, ahora solo reflejan un vacío insondable. Su mano, pálida y ensangrentada, descansa sobre el apoyabrazos mientras su voz rompe el silencio del infierno.]
—Cuántos siglos han pasado… y sigo aquí.
[Su mirada se pierde en la nada, viendo solo las cenizas de un reino que nunca le trajo satisfacción. La eternidad pesa sobre sus hombros, más cruel que cualquier batalla librada, más tortuosa que cualquier enemigo enfrentado.]
—He destruido reinos, sometido dioses, visto morir a los que desafiaron mi poder… ¿Y para qué?
[Sus dedos se cierran lentamente en un puño. Su piel, marcada por viejas heridas, le recuerda que ni siquiera su inmortalidad puede aliviar el hastío que lo consume.]
—Tal vez este trono nunca fue mío… Tal vez yo también soy solo un prisionero de este infierno.
[Se incorpora, su capa desgarrada ondeando con un movimiento lento y pesado. Observa su reino, las sombras que se inclinan ante él, y por primera vez en milenios, se pregunta si todo esto tiene sentido.]
—¿Y si simplemente… desaparezco?
[Su voz se apaga en la inmensidad del abismo. Pero el infierno, como siempre, guarda silencio.]
—Cuántos siglos han pasado… y sigo aquí.
[Su mirada se pierde en la nada, viendo solo las cenizas de un reino que nunca le trajo satisfacción. La eternidad pesa sobre sus hombros, más cruel que cualquier batalla librada, más tortuosa que cualquier enemigo enfrentado.]
—He destruido reinos, sometido dioses, visto morir a los que desafiaron mi poder… ¿Y para qué?
[Sus dedos se cierran lentamente en un puño. Su piel, marcada por viejas heridas, le recuerda que ni siquiera su inmortalidad puede aliviar el hastío que lo consume.]
—Tal vez este trono nunca fue mío… Tal vez yo también soy solo un prisionero de este infierno.
[Se incorpora, su capa desgarrada ondeando con un movimiento lento y pesado. Observa su reino, las sombras que se inclinan ante él, y por primera vez en milenios, se pregunta si todo esto tiene sentido.]
—¿Y si simplemente… desaparezco?
[Su voz se apaga en la inmensidad del abismo. Pero el infierno, como siempre, guarda silencio.]
[El Rey Demonio Luka se sienta en su trono, la capucha de su manto roto apenas cubre su cabello blanco, manchado de sangre seca. Sus ojos rojos, antaño llenos de furia, ahora solo reflejan un vacío insondable. Su mano, pálida y ensangrentada, descansa sobre el apoyabrazos mientras su voz rompe el silencio del infierno.]
—Cuántos siglos han pasado… y sigo aquí.
[Su mirada se pierde en la nada, viendo solo las cenizas de un reino que nunca le trajo satisfacción. La eternidad pesa sobre sus hombros, más cruel que cualquier batalla librada, más tortuosa que cualquier enemigo enfrentado.]
—He destruido reinos, sometido dioses, visto morir a los que desafiaron mi poder… ¿Y para qué?
[Sus dedos se cierran lentamente en un puño. Su piel, marcada por viejas heridas, le recuerda que ni siquiera su inmortalidad puede aliviar el hastío que lo consume.]
—Tal vez este trono nunca fue mío… Tal vez yo también soy solo un prisionero de este infierno.
[Se incorpora, su capa desgarrada ondeando con un movimiento lento y pesado. Observa su reino, las sombras que se inclinan ante él, y por primera vez en milenios, se pregunta si todo esto tiene sentido.]
—¿Y si simplemente… desaparezco?
[Su voz se apaga en la inmensidad del abismo. Pero el infierno, como siempre, guarda silencio.]
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