— Deberías aprender que en la guerra y en el amor, todo vale.

Musitó la muchacha sentada en el borde de la cama del juez del Inframundo. El blondo tomó aire, pesado, cargado de miles de pensamientos en su mente, mueve el cuello de hito a hito, y suelta un suspiro casi doloroso.

— La guerra se hizo para los débiles, y para demostrar la valía de los valientes.

Respondió el ajeno mientras creaba una ligera mueca.

— Y sobretodo con justicia.