El viento soplaba con fuerza cuando Jimoto llegó al pie de la imponente Torre Karin. Desde abajo, la estructura parecía no tener fin, perdiéndose en el cielo como si tocara las nubes mismas. Sabía que ese era el primer obstáculo en su camino para llegar hasta Kaio-sama.
Respiró hondo y ajustó su cinturón. No tenía tiempo que perder. Flexionó las piernas y se impulsó con fuerza, aferrándose al tronco de la torre. Sus manos y pies encontraron apoyo en la superficie lisa, y comenzó a trepar con determinación.
El ascenso no era fácil. El viento arremolinaba su cabello, el frío de la altura le entumecía los dedos, y la gravedad parecía querer arrastrarlo de vuelta al suelo con cada metro que avanzaba. Pero Jimoto no se detuvo.
Horas pasaron, y el cielo comenzó a oscurecerse. Cada músculo de su cuerpo ardía por el esfuerzo, pero la cima estaba cerca. Con un último impulso, alcanzó la plataforma del Templo de Karin y rodó sobre ella, jadeando.
—Vaya, muchacho, no muchos logran llegar hasta aquí —dijo una voz ronca.
Jimoto levantó la vista y vio al Maestro Karin, un gato blanco de pie sobre su bastón, observándolo con curiosidad.
—He venido para seguir subiendo —dijo Jimoto, poniéndose de pie con esfuerzo—. Debo llegar hasta Kaio-sama.
El gato sonrió con astucia.
—Subir, dices… entonces, primero tendrás que demostrar que eres digno.
Jimoto asintió. No esperaba que el camino fuera fácil. Si quería llegar hasta el maestro Kaio, primero debía superar la prueba del Maestro Karin.
Respiró hondo y ajustó su cinturón. No tenía tiempo que perder. Flexionó las piernas y se impulsó con fuerza, aferrándose al tronco de la torre. Sus manos y pies encontraron apoyo en la superficie lisa, y comenzó a trepar con determinación.
El ascenso no era fácil. El viento arremolinaba su cabello, el frío de la altura le entumecía los dedos, y la gravedad parecía querer arrastrarlo de vuelta al suelo con cada metro que avanzaba. Pero Jimoto no se detuvo.
Horas pasaron, y el cielo comenzó a oscurecerse. Cada músculo de su cuerpo ardía por el esfuerzo, pero la cima estaba cerca. Con un último impulso, alcanzó la plataforma del Templo de Karin y rodó sobre ella, jadeando.
—Vaya, muchacho, no muchos logran llegar hasta aquí —dijo una voz ronca.
Jimoto levantó la vista y vio al Maestro Karin, un gato blanco de pie sobre su bastón, observándolo con curiosidad.
—He venido para seguir subiendo —dijo Jimoto, poniéndose de pie con esfuerzo—. Debo llegar hasta Kaio-sama.
El gato sonrió con astucia.
—Subir, dices… entonces, primero tendrás que demostrar que eres digno.
Jimoto asintió. No esperaba que el camino fuera fácil. Si quería llegar hasta el maestro Kaio, primero debía superar la prueba del Maestro Karin.
El viento soplaba con fuerza cuando Jimoto llegó al pie de la imponente Torre Karin. Desde abajo, la estructura parecía no tener fin, perdiéndose en el cielo como si tocara las nubes mismas. Sabía que ese era el primer obstáculo en su camino para llegar hasta Kaio-sama.
Respiró hondo y ajustó su cinturón. No tenía tiempo que perder. Flexionó las piernas y se impulsó con fuerza, aferrándose al tronco de la torre. Sus manos y pies encontraron apoyo en la superficie lisa, y comenzó a trepar con determinación.
El ascenso no era fácil. El viento arremolinaba su cabello, el frío de la altura le entumecía los dedos, y la gravedad parecía querer arrastrarlo de vuelta al suelo con cada metro que avanzaba. Pero Jimoto no se detuvo.
Horas pasaron, y el cielo comenzó a oscurecerse. Cada músculo de su cuerpo ardía por el esfuerzo, pero la cima estaba cerca. Con un último impulso, alcanzó la plataforma del Templo de Karin y rodó sobre ella, jadeando.
—Vaya, muchacho, no muchos logran llegar hasta aquí —dijo una voz ronca.
Jimoto levantó la vista y vio al Maestro Karin, un gato blanco de pie sobre su bastón, observándolo con curiosidad.
—He venido para seguir subiendo —dijo Jimoto, poniéndose de pie con esfuerzo—. Debo llegar hasta Kaio-sama.
El gato sonrió con astucia.
—Subir, dices… entonces, primero tendrás que demostrar que eres digno.
Jimoto asintió. No esperaba que el camino fuera fácil. Si quería llegar hasta el maestro Kaio, primero debía superar la prueba del Maestro Karin.
