Su rostro, aunque era sumamente afeminado, estaba dejando atrás las facciones de adolescente, los 20´s lo alcanzaron, el cabello corto quedaría atrás dejándolo crecer, esos rubios naturales y lacios tocaban las puntas de sus delgados y picudos hombros, la vestimenta más formal, pero siempre coloridas la mayoría de las veces. 

Los sueños recurrentes de forma negativa seguían siendo sus carceleros, amaba lo que era no importaba que causara tanto desastre emocional en su vida con los que se acercaran a él, jamás, había tenido novio, del poblado donde nació y creció no le fue posible ser parte de la “sociedad”, fue atacado por su esencia única, hasta llegar a la gran ciudad, donde empezaría conocer a personas increíbles como él. 


Con dos trabajos era imposible salir a divertirse todos los días, tomando conciencia que de él dependía su abuelo y su hermana pequeña, omitía las salidas y cuando lo realizaba era al "Cosmos", bar conocido por todos y en solitario, una suave bebida y de nuevo al pequeño departamento que rentaba al sur. 

Un día de aquellos que elegía para pasar un tiempo consigo mismo, el celular sonó, parando la música, llamando así la atención, los audífonos de diadema los llevó a al cuello. Con curiosidad, la vista se posó en aquel aparato, desbloqueando con el índice derecho, notó el  -"Hola ¡Qué tal!" -, que provenía de un número que no tenía registrado, por seguridad, no contestó, de nuevo llevando los audífonos a su cabeza, dejó que la música inundara sus oídos, cerró los ojos, disfrutando del aire puro bajo aquel árbol que regalaba una sombra fantástica en la banca metálica donde estaba posado. 
Su rostro, aunque era sumamente afeminado, estaba dejando atrás las facciones de adolescente, los 20´s lo alcanzaron, el cabello corto quedaría atrás dejándolo crecer, esos rubios naturales y lacios tocaban las puntas de sus delgados y picudos hombros, la vestimenta más formal, pero siempre coloridas la mayoría de las veces.  Los sueños recurrentes de forma negativa seguían siendo sus carceleros, amaba lo que era no importaba que causara tanto desastre emocional en su vida con los que se acercaran a él, jamás, había tenido novio, del poblado donde nació y creció no le fue posible ser parte de la “sociedad”, fue atacado por su esencia única, hasta llegar a la gran ciudad, donde empezaría conocer a personas increíbles como él.  Con dos trabajos era imposible salir a divertirse todos los días, tomando conciencia que de él dependía su abuelo y su hermana pequeña, omitía las salidas y cuando lo realizaba era al "Cosmos", bar conocido por todos y en solitario, una suave bebida y de nuevo al pequeño departamento que rentaba al sur.  Un día de aquellos que elegía para pasar un tiempo consigo mismo, el celular sonó, parando la música, llamando así la atención, los audífonos de diadema los llevó a al cuello. Con curiosidad, la vista se posó en aquel aparato, desbloqueando con el índice derecho, notó el  -"Hola ¡Qué tal!" -, que provenía de un número que no tenía registrado, por seguridad, no contestó, de nuevo llevando los audífonos a su cabeza, dejó que la música inundara sus oídos, cerró los ojos, disfrutando del aire puro bajo aquel árbol que regalaba una sombra fantástica en la banca metálica donde estaba posado. 
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