馃厬馃厸馃厴馃厺馃厯馃厰馃厯 馃厬馃叏 馃叄馃厳馃厰 馃厸馃厴馃厲馃厳馃叄馃參

Estuvo a punto de resignarse y caminar hasta la ciudad o la gasolinera más cercana, parecía que el "autostop" ya no era tan popular.
Justo cuando dio los primeros pasos el sonido de una bocina llamó su atención, era una chica en su pequeño automóvil... ¿rosado?
No era nadie para juzgar.
Se detuvo justo a su lado y bajó la ventanilla.

—¡Hola! ¿Necesitas ayuda? Vi que estabas levantando el pulgar y no podía dejarte así, menos en esta zona. ¿Vas a la ciudad?
—Eh... si, ahí me dirijo—. Quiso ser más amable pero o ella era muy arisca a causa del encierro o la chica muy entusiasta. Haría un esfuerzo.
—Estoy en un pequeño viaje de... hiatus. Me aventuré a salir... sólo así, mi maleta y unos cigarrillos—. Le sonrió. La joven devolvió el gesto y con más confianza le dio la bienvenida a su auto.

45 minutos después llenos de música y conversaciones por fin estaban en la ciudad.
Mucho había cambiado pero no perdía del todo su encanto.
No tenía mucho efectivo para remunerar ni la mitad del viaje, se lo hizo saber y ella lo condonó con una sonrisa.
—Ha sido un favor y los favores no se cobran. Cuídate mucho eh... ¿Cómo dijiste que era tu nombre? Sin... Sin...
—Sinéad—. Respondió. —Soy Sinéad y... he vuelto a casa...
馃厬馃厸馃厴馃厺馃厯馃厰馃厯 馃厬馃叏 馃叄馃厳馃厰 馃厸馃厴馃厲馃厳馃叄馃參 Estuvo a punto de resignarse y caminar hasta la ciudad o la gasolinera más cercana, parecía que el "autostop" ya no era tan popular. Justo cuando dio los primeros pasos el sonido de una bocina llamó su atención, era una chica en su pequeño automóvil... ¿rosado? No era nadie para juzgar. Se detuvo justo a su lado y bajó la ventanilla. —¡Hola! ¿Necesitas ayuda? Vi que estabas levantando el pulgar y no podía dejarte así, menos en esta zona. ¿Vas a la ciudad? —Eh... si, ahí me dirijo—. Quiso ser más amable pero o ella era muy arisca a causa del encierro o la chica muy entusiasta. Haría un esfuerzo. —Estoy en un pequeño viaje de... hiatus. Me aventuré a salir... sólo así, mi maleta y unos cigarrillos—. Le sonrió. La joven devolvió el gesto y con más confianza le dio la bienvenida a su auto. 45 minutos después llenos de música y conversaciones por fin estaban en la ciudad. Mucho había cambiado pero no perdía del todo su encanto. No tenía mucho efectivo para remunerar ni la mitad del viaje, se lo hizo saber y ella lo condonó con una sonrisa. —Ha sido un favor y los favores no se cobran. Cuídate mucho eh... ¿Cómo dijiste que era tu nombre? Sin... Sin... —Sinéad—. Respondió. —Soy Sinéad y... he vuelto a casa...
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