¿Haz soñado algo tan vívido que no puedes diferenciar lo real de lo ficticio?

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Un blanco inmaculado invadía todo al rededor, tan denso que no se podía ver más allá de tres metros de distancia, los pies descalzos de Elizabeth avanzaban en un suelo hinundado de lo que parecía ser un cuerpo de agua que fluía a través de ella en una direccion desconocida.

El silencio asfixiante sólo era interrumpido por el eco del chapoteo de cada paso que daba la pelirroja hacia la nada.
La niebla espesa poco a poco se difuminaba dejando al descubierto arboles invernales con sus ramas torcidas y desnudas.

Un viento gélido sopló de pronto enredando su cabello carmesí, trajo consigo murmullos inentendibles que invadían los oídos de Liz ascendiendo en volumen de una manera casi tormentosa, poco a poco las voces se volvían claras las cuales escupían un nombre tras otro algunos de Llamas de Sangre que pertenecían al escuadron de Elizabeth, unos muertos en la masacre del año del búho, otros a los que nunca pudo descifrar su paradero.
Era como si el pasado le respirara en la nuca y le reprochara el que siguiera viva.

Estos susurros afilados se mezclaban con otras voces que enlistaban los nombres que ella obsesivamente había escrito y colgado en el árbol del santuario.

Liz aturdida cerraba sus ojos mientras llevaba las manos a los oídos, tratando de aplacar todo el ruido.

Gotas de lluvia comenzaron a caer, gotas que se transformaban en sangre a penas tocaban el suelo. La pelirroja abrió los ojos al notar que su ropa y piel se mojaban, cuando se dio cuenta lo que era el líquido, gritó aterrada. Su voz generó un eco seco y la lluvia cesó, cada gota emergió del suelo como una rosa roja ¿Qué era todo esto? No entendía nada.

Mientras observaba a su alrededor una voz aterciopelada llenó el lugar

── 𝑁𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒, 𝑛𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑠é 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑒𝑟𝑎

Elizabeth despertó con muchas dudas, sudada y con la respiración acelerada.

Sintió una pequeña puntada en su costado derecho que hizo que se tuviera que enderezar de golpe... Por primera vez pudo comprobar en su propia carne la existencia de la criatura que se formaba dentro de ella.
¿Haz soñado algo tan vívido que no puedes diferenciar lo real de lo ficticio? ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ • • • Un blanco inmaculado invadía todo al rededor, tan denso que no se podía ver más allá de tres metros de distancia, los pies descalzos de Elizabeth avanzaban en un suelo hinundado de lo que parecía ser un cuerpo de agua que fluía a través de ella en una direccion desconocida. El silencio asfixiante sólo era interrumpido por el eco del chapoteo de cada paso que daba la pelirroja hacia la nada. La niebla espesa poco a poco se difuminaba dejando al descubierto arboles invernales con sus ramas torcidas y desnudas. Un viento gélido sopló de pronto enredando su cabello carmesí, trajo consigo murmullos inentendibles que invadían los oídos de Liz ascendiendo en volumen de una manera casi tormentosa, poco a poco las voces se volvían claras las cuales escupían un nombre tras otro algunos de Llamas de Sangre que pertenecían al escuadron de Elizabeth, unos muertos en la masacre del año del búho, otros a los que nunca pudo descifrar su paradero. Era como si el pasado le respirara en la nuca y le reprochara el que siguiera viva. Estos susurros afilados se mezclaban con otras voces que enlistaban los nombres que ella obsesivamente había escrito y colgado en el árbol del santuario. Liz aturdida cerraba sus ojos mientras llevaba las manos a los oídos, tratando de aplacar todo el ruido. Gotas de lluvia comenzaron a caer, gotas que se transformaban en sangre a penas tocaban el suelo. La pelirroja abrió los ojos al notar que su ropa y piel se mojaban, cuando se dio cuenta lo que era el líquido, gritó aterrada. Su voz generó un eco seco y la lluvia cesó, cada gota emergió del suelo como una rosa roja ¿Qué era todo esto? No entendía nada. Mientras observaba a su alrededor una voz aterciopelada llenó el lugar ── 𝑁𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒, 𝑛𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑠é 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑒𝑟𝑎 Elizabeth despertó con muchas dudas, sudada y con la respiración acelerada. Sintió una pequeña puntada en su costado derecho que hizo que se tuviera que enderezar de golpe... Por primera vez pudo comprobar en su propia carne la existencia de la criatura que se formaba dentro de ella.
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