Klaus Mikaelson no era un hombre que se dejara llevar (al menos no demasiado) por las trivialidades de las festividades, mucho menos una tan empalagosa como San Valentín. Pero cuando se trataba de Caroline Forbes, las reglas parecían perder sentido.
Esa noche, el internado Salvatore dormía bajo el resguardo de la niebla invernal cuando un coche negro se detuvo frente a la entrada principal. Klaus bajó con la misma elegancia depredadora de siempre, ignorando las miradas desconfiadas de los pocos que aún deambulaban por los pasillos. No le importaban. Su única intención estaba clara.
Cuando Caroline abrió la puerta de su despacho, lo encontró ahí, apoyado con desenfado contra el marco, una media sonrisa curvando sus labios. En su mano sostenía un pequeño paquete envuelto con impecable precisión.
—Dime, ¿quién podría considerarse tu San Valentín y estar a la altura? —preguntó Klaus, con esa mirada de quien ya conoce la respuesta- Feliz San Valentin, Caroline.
Después, le tendió el paquete con una inclinación casi solemne de la cabeza.
#Personajes3D #3D #Comunidad3D
Esa noche, el internado Salvatore dormía bajo el resguardo de la niebla invernal cuando un coche negro se detuvo frente a la entrada principal. Klaus bajó con la misma elegancia depredadora de siempre, ignorando las miradas desconfiadas de los pocos que aún deambulaban por los pasillos. No le importaban. Su única intención estaba clara.
Cuando Caroline abrió la puerta de su despacho, lo encontró ahí, apoyado con desenfado contra el marco, una media sonrisa curvando sus labios. En su mano sostenía un pequeño paquete envuelto con impecable precisión.
—Dime, ¿quién podría considerarse tu San Valentín y estar a la altura? —preguntó Klaus, con esa mirada de quien ya conoce la respuesta- Feliz San Valentin, Caroline.
Después, le tendió el paquete con una inclinación casi solemne de la cabeza.
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Klaus Mikaelson no era un hombre que se dejara llevar (al menos no demasiado) por las trivialidades de las festividades, mucho menos una tan empalagosa como San Valentín. Pero cuando se trataba de [BarbieBxtch], las reglas parecían perder sentido.
Esa noche, el internado Salvatore dormía bajo el resguardo de la niebla invernal cuando un coche negro se detuvo frente a la entrada principal. Klaus bajó con la misma elegancia depredadora de siempre, ignorando las miradas desconfiadas de los pocos que aún deambulaban por los pasillos. No le importaban. Su única intención estaba clara.
Cuando Caroline abrió la puerta de su despacho, lo encontró ahí, apoyado con desenfado contra el marco, una media sonrisa curvando sus labios. En su mano sostenía un pequeño paquete envuelto con impecable precisión.
—Dime, ¿quién podría considerarse tu San Valentín y estar a la altura? —preguntó Klaus, con esa mirada de quien ya conoce la respuesta- Feliz San Valentin, Caroline.
Después, le tendió el paquete con una inclinación casi solemne de la cabeza.
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