+cierra los ojos y siente el peso de la sangre pegada a su piel, una segunda dermis que el agua no arrastra, no diluye, no olvida. Los dedos se deslizan por abdomen y vientre, por entre las piernas, dejando surcos en el líquido espeso que tiñe el lago de rojo. Suspira, se sumerge un instante, dejando que el agua la envuelva, la sostenga en su inmensidad insondable. Suspendida, se siente ingrávida, etérea, como si flotara entre dimensiones. Pero, cuando emerge, la sangre sigue ahí, oscura en las líneas de sus palmas, atrapada en los pliegues de su piel. Side sonríe, porque el agua la acoge, la purifica, pero no la absuelve. Y se siente exquisita+
+cierra los ojos y siente el peso de la sangre pegada a su piel, una segunda dermis que el agua no arrastra, no diluye, no olvida. Los dedos se deslizan por abdomen y vientre, por entre las piernas, dejando surcos en el líquido espeso que tiñe el lago de rojo. Suspira, se sumerge un instante, dejando que el agua la envuelva, la sostenga en su inmensidad insondable. Suspendida, se siente ingrávida, etérea, como si flotara entre dimensiones. Pero, cuando emerge, la sangre sigue ahí, oscura en las líneas de sus palmas, atrapada en los pliegues de su piel. Side sonríe, porque el agua la acoge, la purifica, pero no la absuelve. Y se siente exquisita+
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