Tenlo en cuenta al responder.
Apolo sintió el peso de una mirada divina sobre él, algo que no había percibido en mucho tiempo. Aunque estaba rodeado de la magia de Disneyland y la calidez de Ellie, la sensación de ser observado desde el Olimpo lo hizo tensar ligeramente los hombros.
Por un instante, la risa de los niños y el murmullo del parque se desvanecieron en el fondo. Su vista se alzó hacia el cielo estrellado, tratando de descifrar quién lo contemplaba desde lo alto. Y entonces, lo supo.
Hebe.
La diosa de la juventud, hija de Hera y Zeus, lo observaba desde su fuente cristalina, con esos ojos azul profundo que reflejaban siglos de inmortalidad. No necesitaba escuchar su voz para entender sus pensamientos. La conocía lo suficiente como para imaginar su juicio silencioso: Apolo, el dios de la luz y la profecía, enamorado de una mortal de vida efímera.
Su mandíbula se tensó apenas, pero su expresión se suavizó al bajar la mirada hacia Ellie, quien lo contemplaba con dulzura, sin notar el peso de la inmortalidad que lo observaba desde el Olimpo.
Si Hebe esperaba que él se lamentara por amar a una humana, estaba equivocada. No importaba cuánto durara ese amor; mientras existiera, lo protegería con todo su ser.
Por un instante, la risa de los niños y el murmullo del parque se desvanecieron en el fondo. Su vista se alzó hacia el cielo estrellado, tratando de descifrar quién lo contemplaba desde lo alto. Y entonces, lo supo.
Hebe.
La diosa de la juventud, hija de Hera y Zeus, lo observaba desde su fuente cristalina, con esos ojos azul profundo que reflejaban siglos de inmortalidad. No necesitaba escuchar su voz para entender sus pensamientos. La conocía lo suficiente como para imaginar su juicio silencioso: Apolo, el dios de la luz y la profecía, enamorado de una mortal de vida efímera.
Su mandíbula se tensó apenas, pero su expresión se suavizó al bajar la mirada hacia Ellie, quien lo contemplaba con dulzura, sin notar el peso de la inmortalidad que lo observaba desde el Olimpo.
Si Hebe esperaba que él se lamentara por amar a una humana, estaba equivocada. No importaba cuánto durara ese amor; mientras existiera, lo protegería con todo su ser.
Apolo sintió el peso de una mirada divina sobre él, algo que no había percibido en mucho tiempo. Aunque estaba rodeado de la magia de Disneyland y la calidez de Ellie, la sensación de ser observado desde el Olimpo lo hizo tensar ligeramente los hombros.
Por un instante, la risa de los niños y el murmullo del parque se desvanecieron en el fondo. Su vista se alzó hacia el cielo estrellado, tratando de descifrar quién lo contemplaba desde lo alto. Y entonces, lo supo.
Hebe.
La diosa de la juventud, hija de Hera y Zeus, lo observaba desde su fuente cristalina, con esos ojos azul profundo que reflejaban siglos de inmortalidad. No necesitaba escuchar su voz para entender sus pensamientos. La conocía lo suficiente como para imaginar su juicio silencioso: Apolo, el dios de la luz y la profecía, enamorado de una mortal de vida efímera.
Su mandíbula se tensó apenas, pero su expresión se suavizó al bajar la mirada hacia Ellie, quien lo contemplaba con dulzura, sin notar el peso de la inmortalidad que lo observaba desde el Olimpo.
Si Hebe esperaba que él se lamentara por amar a una humana, estaba equivocada. No importaba cuánto durara ese amor; mientras existiera, lo protegería con todo su ser.
«Lo único que siempre me interesó del mundo humano es su deliciosa comida, su ropa, y la naturaleza. Como detalles secundarios podrían ser... su juventud efimera...»pienso mientras veo de reojo desde el Olimpo, mediante mi fuente cristalina, como disfruta Apolo los días de vitalidad juvenil con aquella mortal.«Espero disfrute lo que deba durar esa pequeña luz juvenil mortal..»
