Para las personas que no están habituadas a él, resulta un tanto extraño verlo atender llamadas por teléfono. El distintivo tono de su celular siempre logra captar la atención de sus compañeros de clase o del set donde graba; siempre hay miradas sobre él, todas curiosas, como si estuvieran esperando el momento en que finalmente hable. Pero nunca se escucha una sola palabra de su boca, apenas son vocablos inentendibles, sonidos que le provienen desde la garganta y que no parecen tener una forma simple de adivinar. A muchos a veces se les olvida: Nikolay no habla. Desde hace muchos años es incapaz, según su familia, de emitir una sola palabra, pero ello no impide que sus padres le sigan llamando todo el tiempo para reclamarle algo: Que está malacostumbrando a Irisha, que Irina les volvió a contestar, que ya tiene veintitrés y sigue estudiando o metiéndose en problemas estúpidos. Cosas sinsentido que terminan afectandolo indirectamente y de las que, sin ser su responsabilidad, debe hacerse cargo.

« Mhm. » Es lo que mayormente se le escucha decir. A veces resopla y otras tantas se le nota el fastidio en la cara, a veces su manager o sus amigos hacen apuestas sobre el responsable de todo. ¿Su padre o su madre? Sea cual sea, es igual de terrible para Nikolay tener que cargar con responsabilidades como esas, más porque sus padres lo siguen dejando de lado para no opacar más a su primogénito.

A veces sus conversaciones son cortas, pero hay otras ocasiones, pocas, en las que puede pasar más de quince minutos al teléfono. A veces en silencio, sólo asintiendo y divagando en su mente sobre las posibilidades. "Si fuera capaz de hablar, si pudiera revelar este secreto, ¿serían capaces de escuchar mi voz?" Aquel pensamiento siempre rondaba su cabeza en momentos como ese, era imposible no desear gritarle a su madre al otro lado del teléfono, pedirle que de una vez por todas se callara y lo dejara vivir su vida. Pero siempre se detenía por una razón: No quería herirla, no quería pagarle con las mismas monedas que ella lo hiciera por tantos años, porque se le hacía injusto cuan cegada estaba por su dolor. Además, ¿qué iba a decirle? ¿La verdad? ¿Que su propia familia lo había obligado a callar y fingir su mudez? Era más fácil mentir, porque estaba seguro de que nunca iba a creerle. Aunque le diera evidencias y todo tipo de pruebas, ella se mantendría aferrada a que la culpa era de él.

Una última exhalación dejó sus labios en el momento que, al otro lado del teléfono, solo se escucharon pitidos. Era el anuncio de que su madre había dado por terminada la conversación sin importar, realmente, que Nikolay hiciera consciencia. Por unos instantes el ruso observó la pantalla de su teléfono con el letrero de "Mamá. Llamada finalizada. 07:45 minutos". Con cuidado, quizá por inercia más bien, se llevó la mano hacia la oreja, podía sentir que estaba tan caliente como su teléfono, una señal de que la llamada había durado más de lo debido. Renuente, se guardó el teléfono en el bolsillo solo después de enviarle un mensaje a su madre:

« Lo siento. Trataré de no darte más problemas. »
Para las personas que no están habituadas a él, resulta un tanto extraño verlo atender llamadas por teléfono. El distintivo tono de su celular siempre logra captar la atención de sus compañeros de clase o del set donde graba; siempre hay miradas sobre él, todas curiosas, como si estuvieran esperando el momento en que finalmente hable. Pero nunca se escucha una sola palabra de su boca, apenas son vocablos inentendibles, sonidos que le provienen desde la garganta y que no parecen tener una forma simple de adivinar. A muchos a veces se les olvida: Nikolay no habla. Desde hace muchos años es incapaz, según su familia, de emitir una sola palabra, pero ello no impide que sus padres le sigan llamando todo el tiempo para reclamarle algo: Que está malacostumbrando a Irisha, que Irina les volvió a contestar, que ya tiene veintitrés y sigue estudiando o metiéndose en problemas estúpidos. Cosas sinsentido que terminan afectandolo indirectamente y de las que, sin ser su responsabilidad, debe hacerse cargo. « Mhm. » Es lo que mayormente se le escucha decir. A veces resopla y otras tantas se le nota el fastidio en la cara, a veces su manager o sus amigos hacen apuestas sobre el responsable de todo. ¿Su padre o su madre? Sea cual sea, es igual de terrible para Nikolay tener que cargar con responsabilidades como esas, más porque sus padres lo siguen dejando de lado para no opacar más a su primogénito. A veces sus conversaciones son cortas, pero hay otras ocasiones, pocas, en las que puede pasar más de quince minutos al teléfono. A veces en silencio, sólo asintiendo y divagando en su mente sobre las posibilidades. "Si fuera capaz de hablar, si pudiera revelar este secreto, ¿serían capaces de escuchar mi voz?" Aquel pensamiento siempre rondaba su cabeza en momentos como ese, era imposible no desear gritarle a su madre al otro lado del teléfono, pedirle que de una vez por todas se callara y lo dejara vivir su vida. Pero siempre se detenía por una razón: No quería herirla, no quería pagarle con las mismas monedas que ella lo hiciera por tantos años, porque se le hacía injusto cuan cegada estaba por su dolor. Además, ¿qué iba a decirle? ¿La verdad? ¿Que su propia familia lo había obligado a callar y fingir su mudez? Era más fácil mentir, porque estaba seguro de que nunca iba a creerle. Aunque le diera evidencias y todo tipo de pruebas, ella se mantendría aferrada a que la culpa era de él. Una última exhalación dejó sus labios en el momento que, al otro lado del teléfono, solo se escucharon pitidos. Era el anuncio de que su madre había dado por terminada la conversación sin importar, realmente, que Nikolay hiciera consciencia. Por unos instantes el ruso observó la pantalla de su teléfono con el letrero de "Mamá. Llamada finalizada. 07:45 minutos". Con cuidado, quizá por inercia más bien, se llevó la mano hacia la oreja, podía sentir que estaba tan caliente como su teléfono, una señal de que la llamada había durado más de lo debido. Renuente, se guardó el teléfono en el bolsillo solo después de enviarle un mensaje a su madre: « Lo siento. Trataré de no darte más problemas. »
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