El olor de la verde pradera viajando por la suave brisa del campo, con el rayo del sol en su máximo esplendor, rodeandose de estoy aquello para evitar desentonar, un complicismo de la naturaleza para afinar pequeños escenrios tan magicos como los escritos en un libro y tan perfectos como una pocion bien hecha. Un baile sin igual de armonias incomparables con la suavidad del simple paso de los segundos de un reloj viejo tan lento, tan pacífico. De dia a tarde, de tarde al anochecer y al final, simplemente una luna brillante trayendo  una paz inquebrantable para aliviar todo altibajo de la vida, dejando sus diversas formas para acunar cada hora de sueño, de horas en vela junto a la ventana, a la espera de un ciclo de toda alegria y toda calma, ya sea en lo mágico o en lo común.
El olor de la verde pradera viajando por la suave brisa del campo, con el rayo del sol en su máximo esplendor, rodeandose de estoy aquello para evitar desentonar, un complicismo de la naturaleza para afinar pequeños escenrios tan magicos como los escritos en un libro y tan perfectos como una pocion bien hecha. Un baile sin igual de armonias incomparables con la suavidad del simple paso de los segundos de un reloj viejo tan lento, tan pacífico. De dia a tarde, de tarde al anochecer y al final, simplemente una luna brillante trayendo  una paz inquebrantable para aliviar todo altibajo de la vida, dejando sus diversas formas para acunar cada hora de sueño, de horas en vela junto a la ventana, a la espera de un ciclo de toda alegria y toda calma, ya sea en lo mágico o en lo común.
Me encocora
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