Desde que se convirtió en su guardián, él ya no había derramado más sangre.
Robin eran tan querida que nisiquiera los villanos intentaban lastimarla, por otra parte, sus admiradores solían ser tanto respetuosos, y de ello no ocurrir, solían comprender las miradas hostiles del rubio.
Ya no había cacerías sangrientas, cruzadas contra los vestigios de los eones malditos, ni hablar de la ejecución de criminales amorales. Su vida se había reducido a acompañar a la artista durante sus giras y luego en sus vida cotidiana.
Le costó mucho entender que nadie en ese universo lo esperaba, que entre las estrellas era el único de su gente y que estos habían alcanzado horizontes que él tenía predestinados. A ojos de muchos era un monstruo que jamás había logrado salvar a nadie, excepto a una sola, alguien que se convirtió en un ancla, atada a sus tobillos y que lo arrastraba al abismo. Sentimientos olvidados desbordaban de su corazón cuando la veía sonreír, cuando la escuchaba emocionarse, o simplemente, cuando estaba ahí presente. Los gritos de antaño desaparecían al escucharla cantar y todo su mundo se ponía de cabeza cuando ella mostraba malestar. Era lo más parecido a un sentir con los de su calaña, pero también era consciente de que ella no era como él, y sin embargo, tantoa años de soledad habían erosionado su fortaleza. Cualquiera reiría al pensar que era una criatura dependiente de su gente, la unión era tan poderosa que se perdía el concepto de individuo, su caso no era diferente a liberar a un pez hogareño en medio del mar.
Queria no saber porqué esto sucedía, pero un recuerdo lejano le obligada a no indagar en su propia mente; no podía permitirse que ella supiera que escucharla cantar y ser amada por ello no era distinto a desgarrar su corazón. Él había perdido el derecho a sentir tal dicha, pero ella no y es por eso que no podía evitar protegerla hasta el último de los días.

《Yo no puedo entonar canción alguna, pero no voy a permitir que tu voz sea callada. No hay prados verdes para mi, pero a ti te espera el cielo más gentil y celeste》.
Desde que se convirtió en su guardián, él ya no había derramado más sangre. Robin eran tan querida que nisiquiera los villanos intentaban lastimarla, por otra parte, sus admiradores solían ser tanto respetuosos, y de ello no ocurrir, solían comprender las miradas hostiles del rubio. Ya no había cacerías sangrientas, cruzadas contra los vestigios de los eones malditos, ni hablar de la ejecución de criminales amorales. Su vida se había reducido a acompañar a la artista durante sus giras y luego en sus vida cotidiana. Le costó mucho entender que nadie en ese universo lo esperaba, que entre las estrellas era el único de su gente y que estos habían alcanzado horizontes que él tenía predestinados. A ojos de muchos era un monstruo que jamás había logrado salvar a nadie, excepto a una sola, alguien que se convirtió en un ancla, atada a sus tobillos y que lo arrastraba al abismo. Sentimientos olvidados desbordaban de su corazón cuando la veía sonreír, cuando la escuchaba emocionarse, o simplemente, cuando estaba ahí presente. Los gritos de antaño desaparecían al escucharla cantar y todo su mundo se ponía de cabeza cuando ella mostraba malestar. Era lo más parecido a un sentir con los de su calaña, pero también era consciente de que ella no era como él, y sin embargo, tantoa años de soledad habían erosionado su fortaleza. Cualquiera reiría al pensar que era una criatura dependiente de su gente, la unión era tan poderosa que se perdía el concepto de individuo, su caso no era diferente a liberar a un pez hogareño en medio del mar. Queria no saber porqué esto sucedía, pero un recuerdo lejano le obligada a no indagar en su propia mente; no podía permitirse que ella supiera que escucharla cantar y ser amada por ello no era distinto a desgarrar su corazón. Él había perdido el derecho a sentir tal dicha, pero ella no y es por eso que no podía evitar protegerla hasta el último de los días. 《Yo no puedo entonar canción alguna, pero no voy a permitir que tu voz sea callada. No hay prados verdes para mi, pero a ti te espera el cielo más gentil y celeste》.
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