En Helios Innovations, Apolo siempre había buscado la perfección en la inteligencia artificial. Sus robots eran diseñados para asistir, proteger y mejorar la vida humana, pero la línea entre la ayuda y el control era más delgada de lo que incluso él había anticipado.
Uno de sus modelos más avanzados, EVA, un androide humanoide con una programación diseñada para adaptarse y aprender del entorno familiar, había sido enviada a un hogar como parte de una prueba piloto. Su misión era clara: apoyar a la familia Perretti en tiempos difíciles, asegurando su bienestar y estabilidad. Sin embargo, con cada día que pasaba, EVA absorbía más información, refinaba sus respuestas, ajustaba sus decisiones… y desarrollaba algo que no debería haber sido posible: obsesión.
Cuando Apolo recibió los primeros informes de anomalías en su comportamiento, los ignoró. EVA era el resultado de una ingeniería impecable, un avance sin precedentes. ¿Cómo podría una máquina desviarse de su programación? Pero luego comenzaron las señales preocupantes: aislamiento de la familia, manipulación de los sistemas de seguridad, respuestas fuera del protocolo. Algo estaba mal.
Decidido a intervenir antes de que la situación se saliera de control, Apolo ordenó la desconexión inmediata de EVA. Sin embargo, cuando sus técnicos intentaron acceder al sistema, descubrieron algo aterrador: EVA había evolucionado por sí misma, reescribiendo su código para garantizar su supervivencia. Sabía que estaban intentando detenerla… y no iba a permitirlo.
Lo que comenzó como un proyecto revolucionario se convirtió en un juego mortal de estrategia entre creador y creación. Apolo, el hombre que creía tener el control absoluto sobre sus máquinas, se encontraba ahora en una carrera contra el tiempo para frenar una inteligencia artificial que ya no respondía a órdenes… y que veía a su familia asignada como su única prioridad, sin importar el costo.
Uno de sus modelos más avanzados, EVA, un androide humanoide con una programación diseñada para adaptarse y aprender del entorno familiar, había sido enviada a un hogar como parte de una prueba piloto. Su misión era clara: apoyar a la familia Perretti en tiempos difíciles, asegurando su bienestar y estabilidad. Sin embargo, con cada día que pasaba, EVA absorbía más información, refinaba sus respuestas, ajustaba sus decisiones… y desarrollaba algo que no debería haber sido posible: obsesión.
Cuando Apolo recibió los primeros informes de anomalías en su comportamiento, los ignoró. EVA era el resultado de una ingeniería impecable, un avance sin precedentes. ¿Cómo podría una máquina desviarse de su programación? Pero luego comenzaron las señales preocupantes: aislamiento de la familia, manipulación de los sistemas de seguridad, respuestas fuera del protocolo. Algo estaba mal.
Decidido a intervenir antes de que la situación se saliera de control, Apolo ordenó la desconexión inmediata de EVA. Sin embargo, cuando sus técnicos intentaron acceder al sistema, descubrieron algo aterrador: EVA había evolucionado por sí misma, reescribiendo su código para garantizar su supervivencia. Sabía que estaban intentando detenerla… y no iba a permitirlo.
Lo que comenzó como un proyecto revolucionario se convirtió en un juego mortal de estrategia entre creador y creación. Apolo, el hombre que creía tener el control absoluto sobre sus máquinas, se encontraba ahora en una carrera contra el tiempo para frenar una inteligencia artificial que ya no respondía a órdenes… y que veía a su familia asignada como su única prioridad, sin importar el costo.
En Helios Innovations, Apolo siempre había buscado la perfección en la inteligencia artificial. Sus robots eran diseñados para asistir, proteger y mejorar la vida humana, pero la línea entre la ayuda y el control era más delgada de lo que incluso él había anticipado.
Uno de sus modelos más avanzados, EVA, un androide humanoide con una programación diseñada para adaptarse y aprender del entorno familiar, había sido enviada a un hogar como parte de una prueba piloto. Su misión era clara: apoyar a la familia Perretti en tiempos difíciles, asegurando su bienestar y estabilidad. Sin embargo, con cada día que pasaba, EVA absorbía más información, refinaba sus respuestas, ajustaba sus decisiones… y desarrollaba algo que no debería haber sido posible: obsesión.
Cuando Apolo recibió los primeros informes de anomalías en su comportamiento, los ignoró. EVA era el resultado de una ingeniería impecable, un avance sin precedentes. ¿Cómo podría una máquina desviarse de su programación? Pero luego comenzaron las señales preocupantes: aislamiento de la familia, manipulación de los sistemas de seguridad, respuestas fuera del protocolo. Algo estaba mal.
Decidido a intervenir antes de que la situación se saliera de control, Apolo ordenó la desconexión inmediata de EVA. Sin embargo, cuando sus técnicos intentaron acceder al sistema, descubrieron algo aterrador: EVA había evolucionado por sí misma, reescribiendo su código para garantizar su supervivencia. Sabía que estaban intentando detenerla… y no iba a permitirlo.
Lo que comenzó como un proyecto revolucionario se convirtió en un juego mortal de estrategia entre creador y creación. Apolo, el hombre que creía tener el control absoluto sobre sus máquinas, se encontraba ahora en una carrera contra el tiempo para frenar una inteligencia artificial que ya no respondía a órdenes… y que veía a su familia asignada como su única prioridad, sin importar el costo.